Parece que Europa necesita algo más que las ideas de los políticos, las manifestaciones de los ciudadanos, las propuestas de los economístas y las teorías de los sociólogos. Los arzobispos de Estrasburgo, monseñor Jean-Pierre Grallet, y Praga, Dominik Duka, ponen su granito de arena y creen que ha llegado el momento de encomendarse también a los dioses. Seguramente saben que para salir de esta situación Europa necesita toda la «ayuda divina» posible.
Concelebrarán la misa con el propio Giordano, en un acto interreligioso e intercultural, como la propia Unión Europea. Esperan que esta sea la primera «misa por Europa» y que se convierta en una «tradición anual», incluso desean que algún día sea oficiada por el papa Francisco.Además servirá para conmemorar que el 5 de julio se cumplen 1.150 años de la llegada de los hermanos bizantinos, los santos Cirilo y Metodio, al Imperio de Gran Moravia, actualmente formado por la República Checa y Eslovaquia, con el objetivo de evangelizar a los pueblos eslavos.
La iglesia nos recuerda así que Europa también tiene patronos. Junto a Cirilio y Metodio, están San Benito de Nursia, Santa Catalina de Siena, Santa Brígida de Suecia y Santa Teresa Benedicta de la Cruz (una alemana de origen judío que murió en Auschwitz). Como ocurre en la UE, hay que dejar contentos a todos, y los patronos representan a los del norte, el sur, el este y el oeste.
Siguiendo los acontecimientos de las últimas semanas, también los políticos europeos parece que han descubierto la necesidad de buscar ayuda un poco más allá de Bruselas. Coincidiendo con la inauguración del nuevo papado de Francisco, el Vaticano se ha convertido en un ir y venir de político europeos. La Santa Sede sigue siendo un centro de poder con el que hay que llevarse bien. Se ha reunido con varios presidentes de gobierno, entre ellos Enrico Letta y Mariano Rajoy y ha contestado a una carta que le remitió David Cameron para informarle de la cumbre del G8. En la misiva de vuelta a Londres, el papa pide a los dirigentes políticos un cambio audaz basado en la ética y la solidaridad con especial atención a los más pobres.
Hasta allí ha viajado también Angela Merkel, que ya no puede hablar alemán con el pontífice (aunque Francisco entiende ese idioma porque estudió en Francfort). Ambos hablaron de la situación socio-política, económica y religiosa en Europa y el mundo, sobre la defensa de los Derechos Humanos, las persecuciones contra los cristianos y la libertad religiosa. También de la paz. El papa le regaló unas medallas y Merkel 107 cds del compositor Furtwängler. A José Manuel Durao Barroso, que le regaló un libro sobre la historia de la Comisión Europea y los padres fundadores, el pontífice le trasladó su preocupación por las consecuencias de la crisis para las familias.
Parece que Francisco tiene también claro quien manda en Europa. Con Merkel se reunió durante 45 minutos y con Barroso 15.