Mejor luz con menos energía. Con ese propósito, la UE empezó en septiembre de 2009 a remplazar gradualmente las bombillas incandescentes por lámparas con mayor eficiencia energética. Primero fueron las 100 vatios, luego de 75 y 60 y ahora, desde este sábado, las de 40 y 25 vatios. Adiós a la bombilla.
Bruselas lo tuvo claro. El cambio puede suponer en 2020 un ahorro suficiente para dar energía a 11 millones de hogares al año y la reducción de 25 euros al año en la factura de la luz. La Comisión Europea asegura que el mayor coste inicial de otro tipo de lámparas se amortiza rápidamente, porque son más eficientes y duran de 6 a 10 veces más.
Entre las lámparas más actuales, el LED se perfila como la que aporta más ventajas, más eficiencia, no contienen mercurio y tienen una vida mucho más larga. Su inconveniente es el precio, de 15 a 70 euros.
Las organizaciones ecologistas celebran la retirada de las bombillas incandescentes porque supondrán una menor generación de residuos, pero insisten en que la UE tiene que hacer mayores esfuerzos en eficiencia energética.
La primera bombilla que dio origen a las que ahora se retiran fue obra de Edward Shepard en 1850 y la primera patente de bombilla la registraron Henry Woodward y Evans Matthew 25 años después. Sin éxito comercial, la cedieron a Thomas Alva Edison, quien hizo posible que el invento fuera rentable al alargar duración. En los últimos cien años, la bombilla incandescente ha sido la principal fuente de luz.