España tenía la obligación de no fallar en este decisivo partido para no complicarse su clasificación y, lo que es más importante, para depender de sí misma. Enfrente tenía a una de las selecciones más flojas del campeonato, pero eso no quería decir que la victoria estuviera asegurada ni que fuera un partido de mero trámite, ya que el planteamiento ultradefensivo de Irlanda podía plantear serías dificultades si transcurrían los minutos sin conseguir abrir el marcador.
Con esta idea clara de marcar cuanto antes, la selección de Vicente del Bosque se puso manos a la obra y en el minuto cuatro de partido obtuvo su premio por mediación de Torres, que se valió de un balón suelto en el área que había sido interceptado por un defensor irlandés, sorteó a Ward y soltó un testarazo contra el que nada pudo hacer el cancerbero irlandés. Las cosas se ponían muy de cara para los intereses de La Roja.
Al contrario de lo que pudiera parecer, después del primer gol, la selección irlandesa se encerró atrás dedicándose únicamente a achicar balones y sin poder hacer nada para contrarrestar el juego de la campeona de Europa y del mundo, que jugaba a placer y tocaba y tocaba la pelota como ningún otro equipo en el mundo sabe hacer. Pero ese dominio absoluto no se reducía a un toque de balón sin sentido, ya que los jugadores españoles tenían claro que debían finalizar las jugadas. Así lo hicieron con un sinfín de disparos que ponían en apuros a un portero irlandés al que se le acumulaba el trabajo.
Con esta victoria por la mínima finalizo el primer tiempo en el que España se mereció mucho más, pero las sensaciones con las que se fueron los jugadores al túnel de vestuarios eran inmejorables, sabedores de que ése era el camino a seguir para que en la segunda parte el marcador fuera más holgado.
La segunda mitad comenzó como la primera, con un gol de España en los primeros compases de la reanudación. Esta vez el autor fue el canario Silva que, de forma magistral, con mucha parsimonia y sangre fría, recorta varias veces cerca de la portería contraria y, rodeado de defensores, coloca la pelota con una sutileza propia de un crack, fuera del alcance del meta Given, cuya estirada fue inútil para atajar el balón.
España no se conformaba con ese amplio marcador de dos goles a cero y seguía buscando insistentemente acciones que entrañaban verdadero peligro para el marco rival, con tiros lejanos que ponían en verdaderos apuros al portero del Aston Villa, aunque fue en el minuto 70 cuando llegó el tercero de España, obra nuevamente del «Niño», que define a la perfección un mano a mano frente al portero irlandés.
Dos minutos después del tercer gol, Torres es sustituido por el jugador del Barcelona, Cesc Fábregas, que en el minuto 84 fusila la portería consiguiendo lo que sería el cuarto y último gol de la selección española en este partido.
Esta goleada frente a Irlanda hace que desaparezcan esos fantasmas que habían surgido en el entorno de La Roja después del empate frente a Italia. Demuestra además que la selección tiene capacidad goleadora ya sea con un «9» en el campo o con un «falso 9». El técnico español, Vicente del Bosque, se mostraba satisfecho por su elección de Fernando Torres, después del debate suscitado por la conveniencia de jugar con delantero o repetir la táctica usada contra Italia, y ha señalado que «lo hemos puesto para que hiciera lo que ha hecho». Y satisfacción lógica también del delantero del Chelsea: «Yo vengo a disfrutar cada momento. He tenido la suerte de empezar, de marcar dos goles y de disfrutar otra vez con el equipo», dijo Torres.
Ahora toca pensar en el siguiente encuentro frente a Croacia, que se puede afrontar con la relativa tranquilidad de saber que depende de sí misma para estar en los cuartos de final. Del Bosque, «orgulloso de lo que hemos conseguido», se muestra cauto sobre el último partido de esta fase: «Todavía tenemos que jugar contra los croatas, que también se juegan mucho. Intentaremos salir a ganar como lo hacemos siempre, pero sabemos que ellos tienen un gran equipo».