Noche suave en Wroclaw con el estadio municipal lleno (40.000 aficionados) y animadísimo. Ruido ensordecedor cuando ha saltado al terreno de juego la selección local y gritos de ¡Polonia, Polonia!, mientras desplegaban una impresionante pancarta de 50 X 30 metros. No iban a ser menos que los rusos (que la semana pasada hicieron algo parecido), antes de que todo acabara en batalla campal entre grupos de aficionados de Rusia y Polonia.
El árbitro escocés, Craig Thomson, ha dado inicio al partido cuando comenzaba a llover en el estadio. Ambas selecciones pasaban a cuartos si ganaban el partido y Rusia no hacía lo mismo ante Grecia. Así que los ojos y los oídos estaban atentos a lo que ocurría en Varsovia. Polonia ha salido con determinación y los checos reservaban fuerzas y confiaban en que el empate les sirviera para pasar a la siguiente ronda.
Polonia era la anfitriona pero el equipo local era Chequia, que ha jugado dos partidos en la capital de la Baja Silesia. Atacaba Polonia y el portero Cech salvaba las ocasiones de gol. Los polacos corrían pero sin mucho tino. Así llegó el descanso y en el vestuario los jugadores se enteraron que ya no servía el empate, había que ganar, porque Grecia daba la primera sorpresa del campeonato.
Los checos cambiaron la táctica, el ritmo y el destino del partido. En el minuto 71, Jiracek en una gran acción individual marcaba el único gol del partido y el estadio enmudecía, los polacos mascaban la tragedia aunque la afición no dejaba de gritar ¡Polska, Polska!. Ha sido inútil. El marcador no ha cambiado y Polonia se ha quedado sin su Eurocopa. No ha sido una sorpresa, pero sí una decepción nacional.