Los holandeses salieron al césped del Metalist Stadium de Járkov (Ucrania) demostrando su condición de estrellas de esta Eurocopa, con sus figuras Robben, Sneijder, Afellay y Van Persie, creando situaciones de peligro, aunque sin fortuna para llegar a la portería rival. En la primera mitad, solo una jugada de Robben estuvo a punto de reorientar el partido, pero la pelota se estrelló contra los palos.
La humilde Dinamarca, entre tanto, ordenaba el juego y, sin amilanarse ante los oranje, defendía sin brillo, pero con ganas. Los holandeses se aceleraban en las prisas por marcar y los daneses aguantaban tranquilos el empujón. Una actitud ante el balón que poco a poco fue desluciendo la actuación de los subcampeones y manteniendo sin complejos a los que partían como perdedores.
En ésas se presentó la suerte para Dinamarca. El zurdo Krohm-Dehli recibió un balón dentro del área y en un disparo seco metió el esférico entre las piernas de Sketelenburg. El gol tuvo un efecto contrario al esperado. Holanda acusó el golpe con más desconcierto mientras Dinamarca seguía a su ritmo con naturalidad, quizá pensando en que la fortuna duraría poco. No fue así. El técnico Bert van Marwijk movía las piezas del tablero holandés pero el juego seguía disperso y sin acierto, mientras el danés Olsen dejaba a los daneses correr cómodos en el ataque sin necesidad de reforzar la defensa.
El talento de Holanda continuó chocando con la técnica de Dinamarca el resto del encuentro. En los minutos finales hubo jugada polémica que habría significado el empate de Holanda si el árbitro hubiera pitado penalti en lo que parecía una mano clara de Jacobsen. Pero el colegiado mandó seguir y se llegó a ese final inesperado en el que el chico se comió al grande, para sorpresa general.