Twitter ardía entre bromas, comentarios jocosos y burlas comparativas entre alemanes y griegos, pero en el Gdansk Arena, con Angela Merkel en el palco, jugaba la selección alemana, invicta en los cuatro partidos jugados hasta ahora en la Eurocopa y daba lecciones de fútbol. La ausencia de Mario Gómez la suplieron con gusto y ganas Özil, Khedira, Klose y Reus, a base de táctica, estrategia y dominio del partido.
En el minuto 2, un gol de Özil, anulado por fuera de juego, marcó la hoja de ruta del encuentro. Desde ese momento, fue un recital alemán sin demasiado esfuerzo. La primera parte, con Grecia haciendo intentonas, más con fe que con sabiduría, pero permitiéndose algún acercamiento a la portería alemana que, quizá por prepotencia, no pareció importar.
Por si acaso, poco antes del descanso, Özil pasa a Lahm y la pelota entra con fuerza en la portería de Sifakis. El segundo tiempo arrancaba con tranquilidad alemana y resignación griega cuando llegó el susto. Una buena carrera de Samaras le permitió colocarse para recibir el balón que enviaba Salpingidis y conseguir el empate para Grecia con una alegría que debió resonar en el Partenón.
El éxtasis heleno duró poco. Las alarmas sonaron en el conjunto alemán y todos a una se volcaron para dejar las cosas en su sitio. Cinco minutos después, Khedira, que venía haciendo un partido de sensación, recibió un centro cerca del punto de penalti y marco un gol imparable. Tiempo para reponerse, ocho minutos. Cabezazo de Klose aprovechando una mala salida del portero griego y gol. 3-1. Tiempo para confirmar, siete minutos. Marco Reus define con firmeza el 4-1.
Aún Grecia pudo quitarse algo del mal sabor de boca gracias a un penalti que transformó Salpingidis en el penúltimo minuto, para dejar el marcador en el definitivo 4-2 y despertar del sueño. Alemania consigue el pase a su cuarta semifinal desde el Mundial de 2006 y se medirá al vencedor del Inglaterra-Italia el próximo jueves.