Bruselas ha acogido, con extremas medidas de seguridad, la primera Cumbre del G7 que en diecisiete años, no ha contado con Rusia, tras su anexión de Crimea en marzo; la primera en la capital europea y la primera en que Herman Van Rompuy y Jose Durao Barroso han sido los anfitriones. El resultado es claro: todos están de acuerdo en que Rusia debe retirar sus tropas del este de Ucrania, so pena de futuras sanciones, aunque no descartan el diálogo con Moscú.
En nombre de la Unión Europea y de los 28 Estados miembros, José Manuel Barroso ha dirigido una carta al presidente ruso, Vladimir Putin, en la que le recuerda su compromiso de continuar suministrando gas a la Unión a través de Ucrania una vez que el gobierno ucraniano se ha comprometido a pagar los atrasos.
El presidente ruso Vladimir Putin ha presidido en Crimea los actos del 69 aniversario del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi después de haber dado señales importantes en los últimos días con la petición a los ucranianos pro-rusos de que pospongan el referéndum previsto para el 11 de mayo. También ha anunciado la retirada de sus tropas, pero la OTAN y Estados Unidos lo desmienten.
En la verde ladera de una colina al sur de la frontera rusa, un eslogan se cierne sobre la ciudad de Oskemen: «Kazajstán». Cuando se instaló, en 2009, para fomentar el patriotismo kazajo, parecía declarar lo obvio. Pero ahora que Vladimir Putin se ha autodesignado defensor de los rusos en todas partes, y que se ha anexionado la península de Crimea, el eslogan parece que cobra sentido, por lo menos para los líderes kazajos en Astaná.