Cuando Wolfgang Schäuble, ministro de Hacienda de Alemania, planteó recientemente la opción de una salida de Grecia del euro, quería señalar que ningún miembro podía abstenerse de las disciplinas estrictas de la unión monetaria. En realidad, su iniciativa desencadenó un debate mucho más amplio sobre los principios que sustentan el euro, su gestión idónea y la propia lógica de su existencia.
El Consejo de Expertos Económicos del gobierno alemán presentó el 27 de julio un informe a la canciller Angela Merkel, con una serie de recomendaciones sobre cómo un país débil puede salir de la zona euro. El informe propone básicamente fortalecer la Unión Monetaria Europea.
La de la Unión Monetaria Europea nunca fue una buena idea. Recuerdo mi sorpresa cuando, siendo un joven profesor ayudante, comprendí que me oponía al Tratado de Maastricht. Consideraba entonces –y sigo haciéndolo– que la integración europea era algo muy positivo, pero la economía de libro de texto con el que entonces se enseñaba mostraba lo perjudicial que podría ser la UME, a falta de una unión política y fiscal europea.
En tres etapas que comenzarán el próximo 1 de julio y continuarán hasta 2025 se van a ir poniendo en marcha las diferentes medidas arriesgadas y pioneras en la UE, que pretenden completar la Unión Económica y Monetaria. La introducción de un régimen de Seguro de Depósitos Europeo, intercambio de soberanía entre los Estados miembros que tienen el euro como moneda o la creación de un futuro banco del Tesorode la eurozona, son algunas de ellas.
En los últimos años, las reglas fiscales de la Unión Europea han experimentado algunas mejoras muy necesarias; sin embargo, aún queda mucho por hacer. Además de sufrir de carencia de claridad en asuntos clave, la política fiscal de la UE continúa centrándose excesivamente en objetivos a corto plazo, lo que se refleja en el énfasis innecesario que otorga dicha política a los objetivos de déficit nominales dentro de los ciclos presupuestarios anuales.
Hablamos con Claus Offe, profesor de Sociología Política en la Hertie School of Governance de Berlín. Ha sido profesor de Ciencias Políticas y Sociología Política en las universidades de Bielefeld y Bremen, así como en la Universidad Humboldt de Berlín entre otras instituciones.
Todo el mundo está de acuerdo estos días en que las cosas no van bien en Europa. ¿Tienen estos problemas un origen común? Yo creo que sí, aunque a un nivel muy abstracto. Las causas de la guerra en Ucrania, la crisis de la eurozona y el surgimiento del populismo provienen de la falta de mecanismos institucionales justos y eficaces de intermediación política, resolución de conflictos y gestión de crisis...
«Haremos lo que haga falta para salvar el euro, y creedme, será suficiente». Con estas taxativas palabras, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ahuyentó la crisis de la deuda soberana en 2012. La solución consistió en la creación de un programa de compra de deuda pública, llamado OMT, que hoy el abogado general de la UE ha avalado, aunque con condiciones.