«La salida de Alemania del euro solucionaría el problema financiero en la Eurozona».
Estas palabras de Tim Worstall, académico asociado senior del Instituto Adam Smith le han dado la vuelta a la tortilla en lo relativo al debate sobre la moneda única. Mientras todos los líderes europeos afirman que la salida de algún estado miembro del euro supondría su debacle financiera y la desestabilización de la UE, a juicio de Worstall, Alemania debería ser la que abandonara la moneda única.Durante todo el primer semestre de este año, desde que en enero llegó al poder Syriza, la saga griega prácticamente monopolizó la atención de los políticos de Europa. Incluso mientras la economía de su país se desmoronaba, el nuevo gobierno griego se mantuvo firme en su exigencia de obtener alivio para su deuda sin someterse a planes de austeridad.
Cabe preguntarse si los problemas de Grecia destruirán la unión monetaria europea o revelarán la forma en que puede salvarse. El último y polémico acuerdo de rescate (que algunos compararon con el Tratado de Versalles de 1919, en el que Grecia ocuparía el lugar de la Alemania de entonces) es el último giro de la saga existencial de la eurozona.
Cuando hacía apenas una semana desde que Atenas estalló de fervor por la victoria del No en el referéndum por el que Syriza preguntaba a la población si quería seguir las imposiciones de Europa para acceder al tercer rescate, el eurogrupo ya había rehecho sus filas y se preparaba para el contraataque.
¿De qué se trataba? ¿De decir quien manda?... pues en eso están y en eso han empleado diecisiete horas entre el domingo y el lunes los dieciocho líderes de la eurozona. Ahora Alexis Tsipras, primer ministro griego, deberá volver a su país y presentar las conclusiones para que sean aprobadas por su gobierno y posteriormente por el Parlamento.
El pueblo griego ha hablado. En un referéndum que será histórico, ha rechazado decisivamente el acuerdo ofrecido por los acreedores de su país. Sin embargo, en el partido gobernante, Syriza, las cosas no están tan claras.
The Greek people have spoken. In an historic referendum, they have decisively rejected the deal offered by their country's creditors. Within the ruling Syriza party, however, things are not quite so straightforward.