Una épica propia de Shakespeare se desarrolla hoy en Pyongyang. La tragedia implica a un hijo y a su tío político. Tiene complots, fortunas que se vuelcan, denuncias dramáticas y una creciente ola de sangre. Las declaraciones oficiales de Corea del Norte sobre el caso suenan como propias del bardo de Avon con sus elaborados arcaísmos. Nadie pone en escena a Shakespeare en los teatros de Pyongyang. Pero se representa en los pasillos del poder.