Desactivar la tensa situación en Ucrania requiere más que un pacto en Ginebra. En primer lugar que Putin deje de escucharse a sí mismo y preste atención a lo que le dicen Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea. Algo que no parece muy probable.
En la verde ladera de una colina al sur de la frontera rusa, un eslogan se cierne sobre la ciudad de Oskemen: «Kazajstán». Cuando se instaló, en 2009, para fomentar el patriotismo kazajo, parecía declarar lo obvio. Pero ahora que Vladimir Putin se ha autodesignado defensor de los rusos en todas partes, y que se ha anexionado la península de Crimea, el eslogan parece que cobra sentido, por lo menos para los líderes kazajos en Astaná.
ASTANÁ - La crisis de Crimea está ejerciendo presión sobre la tradicional política exterior de Kazajstán, que ha buscado equilibrar los intereses contrapuestos de Rusia, China y Estados Unidos en Asia Central.
Muchos en este país temen que el forzado respaldo del presidente Nursultán Nazarbayev a la anexión rusa de Crimea le puede estar abriendo sus propios problemas separatistas.
El Producto Interior Bruto (PIB) ruso podría pasar de crecer algo más de un punto a decrecer casi dos durante 2014 si el arriconamiento internacional de Moscú continúa, como protesta ante las actuaciones del gobierno de Vladimir Putin en Crimea.
El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama y los Presidentes del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso han condenado hoy las acciones de Rusia y avisan que habrá más sanciones. El encuentro ha tenido lugar hoy en Bruselas en el marco del acuerdo de Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión entre la UE y Estados Unidos, en el que Ucrania ha marcado la agenda del día.
Los líderes del G-7, que están reunido en La Haya para la tercera cumbre de seguridad nuclear (NSS), han acordado volver a reunirse en junio en Bruselas en lugar de asistir a la cumbre del G-8 que Putin preparaba en Sochi en un intento de aislar a Rusia por la anexión de Crimea. Por su parte el ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, decía poco antes que la decisión no es una «gran tragedia» para Rusia.