La terrible crisis que sacude a Oriente Medio y atemoriza a más de medio mundo es ciertamente un desafío para Occidente, que sin embargo responde de forma dispersa. Esto se debe, por un lado, a análisis divergentes y por el otro a intereses contrapuestos.
«Hoy es un día histórico. Es un gran honor para nosotros anunciar que hemos llegado a un acuerdo sobre la cuestión nuclear iraní.», así comienza el comunicado conjunto de la Alta Representante de la UE, Federica Mogherini y el ministro iraní de Exteriores Javad Zarif. Más de diez años de complicadas e intermitentes negociaciones han llegado a un final satisfactorio para todos... excepto para Israel.
Ha sido una jornada histórica. Por primera vez en siete años representantes de los países del norte y del sur del Mediterráneo se han sentado juntos a analizar el futuro de la región. El escenario, un soleado palacio de Pedralbes. invitaba al debate en un encuentro al más alto nivel diplomático. Representantes de 32 países han debatido sobre comercio, sobre inmigración irregular y sobre los desafíos que supone la amenaza yihadista.
Suecia fue la primera en dar un paso adelante. Tras ella, varios países europeos han votado ya resoluciones legislativas para pedir a sus respectivos Gobiernos que sigan sus pasos y reconozcan al Estado Palestino. España también se ha sumado este martes a esas peticiones en una resolución que ha unido a todos los grupos parlamentarios.
(CIDOB)
Puede sonar a tópico, pero de un político del sur de Europa se suele esperar que contribuya a desplazar el foco de interés de la UE hacia el sur y, en política exterior, eso quiere decir reforzar la política mediterránea. No va a ser la única prioridad de la nueva Alta Representante de la Política Exterior Europea, Federica Mogherini. La crisis con Ucrania y la tensión con Rusia así como las relaciones transatlánticas, marcadas los próximos años por la negociación del TTIP, van a consumir una parte importante de su tiempo.