Don Darío Villanueva, director de la Real Academia de la Lengua, debe dimitir. Sus últimas declaraciones, ampliamente difundidas por la agencia EFE, le incapacitan para estar al frente de una institución tan importante como necesaria para el correcto uso de la lengua española hablada en el mundo por más de quinientos millones de personas.
Cuando alguien piensa en los académicos de la lengua, lo más probable es que visualice a un grupo de señores canosos, vestidos con traje oscuro y corbata, que ya ha superado la cincuentena. En efecto, ellos son plenamente conscientes de ese «sambenito de institución arcaica y elitista», que con cierto humor define Darío Villanueva, que tomará las riendas de la RAE el próximo mes de enero. Sin embargo, espera que su mandato sirva para enterrar ese tópico y pocos días antes de hacerse con el bastón de mando hace gala de su firme apuesta por adaptarse a los nuevos tiempos.
La Real Academia de la Lengua, que acaba de publicar la edición número 23 de su Diccionario, dice que los gitanos somos unos trapaceros. ¡Manda huevos! Que dijo con gran acierto y mucho enfado quien fuera Presidente del Congreso de los Diputados sin apercibirse de que su micrófono permanecía abierto.
José Manuel Blecua dirige una de las Academias de la Lengua más prestigiosas y antiguas del mundo, que celebra este año su 300 aniversario, con nuevos proyectos como «Letras y Espadas», una ruta teatralizada por las calles de Madrid, «Cómicos de la lengua» dónde actores y académicos comparten escenario o un club de lectura.
Hasta hace muy poco la olimpiada era el período que iba de unos Juegos Olímpicos a otros. Es decir, los cuatro años de espera. Pero la Real Academia Española ha decidido que ambos nombres sean sinónimos. La celebración de los JJ.OO. (abreviatura del acontecimiento deportivo) en Londres, puede ser un buen momento para recordar algunas expresiones que no siempre se utilizan correctamente.