Este 23 de agosto se celebra el 25 aniversario de la cadena pacifista de los países bálticos, conocida como la vía báltica. Lituanos, estonios y letones compartieron un sueño, y con sus manos unieron Riga, Vilnius y Tallín para pedir la independencia pacífica de la URSS. Gorbachov, entonces presidente soviético, había apostado por una nueva política, «la perestroika» (la renovación del sistema comunista). La cadena humana báltica, fue un eslabón más en las reivindicaciones de los países del telón de acero. A partir de agosto el mundo viviría las «revoluciones del otoño europeo», que dieron pasó a la caída del muro de Berlín y al inicio del fin de la guerra fría.
La única carretera por la que aún se pueden introducir suministros a la zona oriental de Alepo, la mayor ciudad de Siria en poder de las fuerzas insurgentes, está sumamente dañada y expuesta al fuego enemigo. Todos los camiones que llevan trigo a las panaderías subterráneas, jabón y combustible para vehículos y generadores viajan por esta ruta. Los francotiradores concentran la atención en esta vía y otros frentes de esta ciudad de 2,1 millones de habitantes, mientras el gobierno de Bashar al Assad reduce el resto de la urbe a escombros con sus constantes bombas de barril.
Cuando parecía decaer la atención mundial hacia el BRICS, sus máximos líderes han echado a andar un sistema financiero alternativo al de Bretton Woods y celebrado una reunión sin precedentes con todos los gobernantes de América del Sur. Aunque modestos, el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas de Contingencia materializan la voluntad de los BRICS de confrontar los instrumentos internacionales de gobernanza con una realidad en la que Estados Unidos ya no tiene la hegemonía.
El BRICS avanza a todo vapor con China e India de locomotorasLa decisión de la Unión Europea de relanzar sus relaciones con Cuba da muestras de un pragmatismo que deja aún más en evidencia la política de embargo y aislamiento de Estados Unidos. Al término de una reunión de dos días representantes de la UE y La Habana han acordado una hoja de ruta para un proceso que deberá culminar en un acuerdo marco de colaboración.
Las relaciones regionales de Chile, el «milagro» sudamericano, se han centrado en los últimos cuatro años en lo económico en detrimento de lo político. La socialista Michelle Bachelet, que ha asumido su segundo mandato presidencial, deberá afinar las cuerdas en un área que registra algunos logros, pero acumula tensiones y conflictos.