Aquella mañana de Junio de 1990 se respiraba un aire diferente en Estrasburgo. Yo me atrevería a decir que incluso una luz especial iluminaba aquella tierra alsaciana que fue testigo de las guerras mundiales más sangrientas ocasionadas por hombres que creyéndose dioses condenaron al exterminio a quienes consideraron seres inferiores.
Mandela, el preso que liberó al pueblo