Por Esther Herrera / Bruselas
Han pasado más de cincuenta años desde que el último Pontífice de la historia se dirigió a la Eurocámara en Estrasburgo. Entonces Juan Pablo II habló ante un continente dividido, cuyo país, Polonia, aún se encontraba bajo el yugo del comunismo. Esta vez, sin embargo, el papa Francisco ha hablado de la diversidad del pueblo europeo, a pesar de la globalización, y apelado al respeto de los Derechos humanos, como base fundamental de la construcción europea.Siempre hubo una animada competencia entre el Norte y el Sur del Planeta. Esto ha dado lugar a estereotipos, discusiones, humor y por suerte aceptación de que, los dos son necesarios, pero diferentes. En plena crisis en Europa, tres personalidades del Sur, llenan de esperanzas «los tiempos que corren». Sus raíces están en el continente europeo: en el Piamonte italiano, en el País Vasco español y en tierras anglosajonas.
Lo que durante mucho tiempo ha permanecido recogido, anónimo y sin noticias extraordinarias, merece en un «santo día», adquirir el brillo puntual de la popularidad. Y ésto es lo que ha pasado hace unos meses, en Bricco Marmoritto de Portacomaro Stazione, una población piamontesa llena de sosiego, trabajo y autenticidad.
El primer papa no europeo en 1.300 años, el primero de latinoamérica y el primero perteneciente a la orden de los jesuitas habla de una iglesia que debe mostrar misericordia, vivir la pobreza, dejar de estar obsesionada con el aborto, la homosexualidad y el divorcio y abrirse a las personas. Un papa cuyas palabras ocupan las portadas de toda la prensa europea.