Las Vegas Sands, la empresa del magnate estadounidense Sheldon Adelson, quería imponer unas condiciones para seguir adelante con Eurovegas que el Gobierno no ha podido aceptar. Entre las condiciones estaba el compromiso para que pudiera recuperar toda la inversión que hubiera realizado, más las pérdidas que se pudieran generar en el caso de un posible cambio normativo.