En la década de los 60, en plena guerra fría, dos físicos europeos, el francés Pierre Auger y el italiano Edoardo Almadi, se unieron para defender que los cohetes y satélites fueran utilizados con fines científicos y no militares. Era el año 1964. Diez años después se fusionarían para crear la ESA, la Agencia Espacial Europea, basada en la cooperación internacional. 50 años más tarde, Europa acaba de marcar un hito al colocar un módulo sobre un cometa. Los próximos objetivos son Marte y Venus.
La misión ha sido «perfecta». Por primera vez este miércoles la Agencia Espacial Europa (ESA) ha logrado que una nave lanzada al espacio regrese a la Tierra con éxito. Pasadas las cuatro y media de la tarde, hora de España, los técnicos recuperaban el avión IXV de aguas del pacifico, escribiendo así un nuevo capítulo en la historia espacial europea.
En 1989 llegó a un hotel de Pekín un paquete muy especial. Contenía un lote de algas verdeazuladas destinadas a pasar cinco días en el espacio, en una cápsula. Era el comienzo del proyecto MELISSA, dirigido por la ESA. Un cuarto de siglo después se está instalando en Barcelona un ecosistema completamente cerrado que fabricará alimentos para los astronautas.
Los Estados miembros piden más inversión en el sector espacial para convertirlo en pieza clave para el desarrollo económico, una conclusión a la que han llegado en el Consejo de Competitividad, tras la reunión a nivel ministerial celebrada en Luxemburgo en la que "decidimos que el sector espacial puede contribuir al bienestar de los ciudadanos más de lo que uno pueda pensar", según la ministra italiana de Educación, Stefania Giannini.
ARQUIMEA, una compañía que nació en el Vivero de Empresas del Parque Científico de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), probará en la Estación Espacial Internacional una tecnología propia basada en materiales inteligentes que permite desplegar objetos en órbita sin tener que recurrir al uso de explosivos.