En el momento culminante de la Guerra Fría el arsenal mundial de armas nucleares, medido por el potencial explosivo, se estimaba en tres millones de bombas como las que destruyeron Hiroshima en 1945.
Desde entonces, una gran parte de ese arsenal ha sido desmantelado y el uranio contenido en miles de bombas nucleares ha sido convertido en combustible para plantas de energía nuclear. Esta tendencia decreciente ha inducido a mucha gente, e incluso a muchos gobiernos, a suponer que el desarme nuclear ha perdido importancia.
Un mundo libre de armas nucleares puede y debe concretarse mientras viva. Esto puede parecer una declaración audaz y bastante optimista después de haber dedicado mi vida a trabajar por la paz y el desarme. Pero consideremos las actuales amenazas globales, 25 años después de la caída del Muro de Berlín, que simbolizó el fin de la Guerra Fría, y en la previa al 70 aniversario de la ONU, el foro creado para armonizar las acciones de los 193 estados miembro mandatados por la Carta para mantener la paz y la seguridad.
Jayantha Dhanapala, ex secretario general adjunto de la ONU para Asuntos de Desarme (1998-2003), ha recibido el Premio al Logro Internacional por el Desarme Nuclear de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS), en una ceremonia realizada en la sede del foro mundial en Nueva York.
El 6 de agosto, aniversario del lanzamiento por Estados Unidos de la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo «Una de las grandes paradojas de la ciencia moderna» es que los seres humanos busquen vida en otros planetas mientras que las potencias nucleares del mundo mantienen y modernizan sus armas para destruir la vida en la Tierra.
El 29 de agosto se conmemoró el quinto Día Internacional contra los Ensayos Nucleares. En aquella fecha de 1991, Kazajstán ejecutó el histórico cierre voluntario del centro de pruebas nucleares de Semipalatinsk, el segundo más grande del mundo.
Kazajstán, cuya independencia se concretó en diciembre de ese año, también renunció voluntariamente al cuarto mayor arsenal nuclear del mundo, con más de 110 misiles balísticos y 1.200 ojivas nucleares con la capacidad de llegar a cualquier punto del planeta.
La propuesta de paz que el presidente japonés de la organización budista Soka Gakkai Internacional (SGI), Daisaku Ikeda, realizara este año elevó mi atención de las noticias del día hacia inquietudes a largo plazo por una sociedad humana más pacífica, equitativa y sostenible que asegure nuestro futuro común.