Me crié en Hickory Hill, el hogar de mi familia en Virginia, donde a menudo nos visitaban veteranos de la fallida invasión de la Bahía de Cochinos. Mi padre, Robert F. Kennedy, que admiraba el valor de esos excombatientes y sentía una culpa abrumadora por haber puesto a los cubanos en peligro durante esa invasión mal planificada, asumió en persona la responsabilidad de encontrarles casa y trabajo, e incluso facilitó la incorporación de muchos de ellos a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
Las negociaciones secretas entre J. F. Kennedy y Fidel Castro Tenemos tanto que aprender de CubaPor Robert F. Kennedy Jr
El día del asesinato del presidente John F. Kennedy (JFK), el 22 de noviembre de 1963, uno de sus emisarios mantuvo una reunión secreta con el líder cubano Fidel Castro en la playa de Varadero, en Cuba, para discutir las condiciones que pondrían fin al embargo de Estados Unidos contra la isla y comenzarían el proceso de distensión entre ambos países. Eso fue hace más de 50 años y ahora, por fin, el presidente estadounidense Barack Obama ha retomado el proceso de convertir el sueño de JFK en realidad mediante el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba.En la última sesión plenaria del año en el Parlamento europeo, el presupuesto de la Unión, el reconocimiento del Estado palestino, el uso de la tortura por parte de la CIA y la violación de la libertad de expresión en Turquía, han marcado la agenda. La re-elección de Emily O'Reilly como Defensora del Pueblo Europeo y la entrega del premio LUX de cine a la película «Ida» han sido también temas destacados.
Los dos informes que han revelado esta semana los abusos practicados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos y por la dictadura militar en Brasil se dieron a conocer, paradójicamente, en la víspera del 30 aniversario de la Convención de la ONU contra la Tortura.
El informe que ha hecho público el senado de Estados Unidos sobre las torturas de la CIA en la llamada «guerra contra el terrorismo» no es suficiente, afirman destacadas organizaciones de derechos humanos que pretenden que los responsables sean sometidos a juicio. Sostienen que se necesitan medidas adicionales para garantizar que funcionarios estadounidenses no repitan nunca más las torturas detalladas en el informe