«Hay que europeizar los Balcanes para evitar la balcanización de Europa». Escribí estas palabras, junto con el politólogo francés Jacques Rupnik, en 1991, justo cuando estallaba la guerra entre los Estados sucesores de Yugoslavia. Los combates iban a durar hasta el fin del decenio, se cobrarían miles de vidas y requerirían la intervención de la OTAN en dos ocasiones (en Bosnia en 1995 y en Servia en 1999).
Han hecho falta 22 años para levantar lo que las bombas destrozaron en apenas unas horas en la madrugada del 26 de agosto de 1992: la fastuosa biblioteca de Sarajevo, una víctima de incalculable valor de la guerra de Bosnia. Emblema del crisol cultural del país y de la guerra misma, fue arrasada por un catedrático de literatura. Ahora ha sido reconstruida, con la ayuda de fondos de la Unión Europea y una importante aportación del emirato de Qatar y reabierta como sede del ayuntamiento.
Se dice que el siglo XX empieza en Sarajevo, con el atentado que desencadenó una guerra en la que murieron 10 millones de personas y que transformó y sacó lo peor de Europa y termina en la misma ciudad, en 1993, esta vez en una Sarajevo en estado de sitio, bajo las bombas del ejército serbiobosnio, ante los ojos de una Europa que mira hacia otro lado. El recuerdo a Gavril Princip y la conspiración para matar al archiduque siguen siendo muestra de las discrepancias de los pueblos bosnios, por eso, cada entidad muestra su versión de la historia.
El 28 de julio de 1914 dio comienzo la Gran Guerra, un conflicto armado cuyo escenario principal fue Europa y que en aquel momento resultó ser el más sanguinario de la Historia de la Humanidad. El continente recuerda hoy a los aproximadamente 10 millones de fallecidos en la contienda. El actual orden mundial está estrechamente ligado a lo ocurrido entre 1914 y 1918.
Casi 20 años después del genocidio de Srebrenica, el Estado holandés ha sido declarado culpable, por un tribunal de la Haya, de la deportación y muerte de 300 musulmanes varones de esta localidad bosnia, de mayoría musulmana (bosnios), masacrada por tropas serbias del 11 al 22 de julio de 1995. Proclamada zona segura por la ONU, los civiles de Srebrenica debían estar protegidos por un destacamento de Cascos Azules holandeses.