La obra de un fotógrafo es siempre en buena medida su propia autobiografía y en ocasiones hasta su autorretrato, sin necesidad de que el artista se fotografíe a sí mismo. Es lo que ocurre con las fotografías de Alberto García-Alix (León, 1956), que muestran su lado humano y sus preocupaciones, sus obsesiones y hasta sus sueños. Por eso la exposición que puede verse estos días en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, titulada «Autorretrato» es algo más que una evolución física del personaje se trata de una mirada transversal y poliédrica a la vida y a la obra de uno de los fotógrafos más valiosos del actual panorama de la fotografía española.