El asesinato grabado del periodista estadounidense, James Foley, por la yihad del autoproclamado Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) ha puesto en la picota del panorama occidental el grave conflicto, que desde hace meses, se vive en el país; vecino del, también, combate sirio. Estados Unidos considera el hecho como un «acto terrorista», anunciando «medidas represivas»; Europa hace lo propio ante la posibilidad de que el verdugo que aparece junto al periodista sea de origen británico. No resulta extraño, según estimaciones, la cifra de combatientes europeos por la causa desplegados en el lugar superaría el millar.
Según la Oficina de derechos humanos de la ONU, al menos 191.369 personas murieron hasta este abril en la guerra de Siria, más del doble que la cifra que se registró en el mismo mes el año pasado. La ONU cree que la estimación real sería muy superior.
Alepo (IPS)- Las congestionadas calles cercanas a la Ciudad Vieja de Alepo, la segunda mayor de Siria y otrora un centro industrial y comercial, solían estar repletas de talleres mecánicos. Ahora, piezas de vehículos, chatarra, trinitrotolueno (TNT) y otros materiales explosivos se envasan en bidones de petróleo, tanques de agua u otros recipientes cilíndricos de gran tamaño que las fuerzas del gobierno de Bashar al Assad transforman en bombas de barril arrojándolas desde helicópteros militares sobre zonas pobladas de la ciudad en poder de la insurgencia.
La única carretera por la que aún se pueden introducir suministros a la zona oriental de Alepo, la mayor ciudad de Siria en poder de las fuerzas insurgentes, está sumamente dañada y expuesta al fuego enemigo. Todos los camiones que llevan trigo a las panaderías subterráneas, jabón y combustible para vehículos y generadores viajan por esta ruta. Los francotiradores concentran la atención en esta vía y otros frentes de esta ciudad de 2,1 millones de habitantes, mientras el gobierno de Bashar al Assad reduce el resto de la urbe a escombros con sus constantes bombas de barril.
Científicos y organizaciones de la sociedad civil de Grecia expresaron su preocupación por la destrucción en curso del arsenal químico de Siria, dirigida por la Marina de Estados Unidos en una embarcación que se encuentra en aguas internacionales del mar Mediterráneo.
La escasez de alimentos ha alcanzado niveles extremos en el campamento para refugiados de Yarmuk, en la capital siria. Los líderes religiosos islámicos han tenido que emitir una «fatua» (edicto) permitiendo matar y comer gatos, perros, ratones, ratas y monos.
«Toda la región está bajo control, pero hay que tener cuidado en el centro de la ciudad». El consejo de este miliciano kurdo a la entrada de Qamishli, 600 kilómetros al noreste de Damasco, apunta a brechas inesperadas en la relativa estabilidad del Kurdistán sirio.