La capital de la Unión Europea (UE) retornó a la apariencia normal de sus instituciones dedicadas a la rutina del funcionamiento de la organización de integración y cooperación entre estados más exitosa de la historia de la humanidad.
Tan eficiente es la UE que simultáneamente pudo celebrar un pleno del Parlamento en su sede de Estrasburgo, mientras Bruselas era escenario de la segunda Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y el propio bloque europeo, el 10 y el 11 de este mes.
Estamos asistiendo a un cambio en la razón de ser de la relación especial entre la Unión Europea (UE) y el Grupo de Estados de África, el Caribe y el Pacífico (ACP), que trasciende la lógica de la «transferencia de la ayuda unilateral», el «enfoque donante-receptor» y «el diálogo Norte-Sur».
«Todavía hay perspectivas de una alianza significativa entre ACP y la UE, capaz de contribuir y dar respuesta concreta y eficaz a los objetivos de promover y alcanzar la paz, la seguridad, la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible» de ambos bloques.
África es uno de los continentes que recibe una atención especial por parte de la «acción exterior» de la Unión Europea. En las últimas décadas han evolucionado las políticas de cooperación de la UE y han progresado las relaciones entre ambos continentes. La Cumbre UE-África, que se inicia este miércoles en Bruselas es un buen momento para analizar ese proceso de cooperación, que se inició en 1975 y que se ha desarrollado con altibajos.