Hace apenas una semana, ETA publicaba en los diarios independentistas vascos Gara y Berria un comunicado en el que se mostraba dispuesta a abrir el diálogo con mediadores internacionales, con el fin de lograr un alto al fuego de carácter permanente, aunque en ningún momento se mencionaba un abandono de las armas, como se pide desde el gobierno español.
Estos mediadores forman parte de los 21 firmantes de la Declaración de Bruselas, suscrita el pasado 30 de marzo en el que se hacía un llamamiento, tanto a la organización terrorista como al gobierno español: a ETA, para que apoye este compromiso declarando un alto el fuego permanente y real; y al gobierno, para que respondiera con gestos a estos compromisos con la izquierda abertzale, los radicales independistas vascos.
El comunicado de ETA fue recibido con una impresión unánime de escepticismo por parte de los partidos democráticos. Desde el gobierno central se tardó hasta 24 horas en opinar y considerarlo insuficiente. El consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, resumía el sentimiento general: «Sólo esperamos un comunicado de ETA: aquel en el que digan que abandonan definitivamente la actividad terrorista, y es evidente que éste no lo dice». Mientras, desde la izquierda abertzale se muestran optimistas y confían en un proceso de paz y democracia para el País Vasco y para España en general.
La organización terrorista en su comunicado defiende que el fin «debe ser firme, con compromisos multilaterales y desarrollarse mediante diálogo y negociación» además pide la mediación internacional con la intervención de los premios Nobel de la Paz sudafricanos Desmond Tutu y Frederick de Klerk, así como con el ex primer ministro irlandés John Hume y la antigua presidenta del país, Mary Robinson. Todo ello, tal y como defienden, «ante la cerrazón de Francia y España».
Los Principios Mitchell: del IRA a ETA
El 14 de noviembre del 2009, la izquierda abertzale presentó el documento de Alsasua donde se recogían las bases de su apuesta política bajo el nombre: «Un primer paso para el proceso democrático: principios y voluntad de la izquierda abertzale». Este documento evocaba de forma clara y explícita los llamados «Principios Mitchell», que fueron determinantes en el problema de Irlanda con el IRA y que podrían trasplantarse al caso vasco. Desde entonces vienen defendiéndolos como vía para la resolución del conflicto.
Los Principios Mitchell, llamados así en honor al senador de EEUU, George Mitchell, ferozmente volcado en el proceso de paz de Irlanda del Norte, son seis reglas básicas que aceptaron los gobiernos de Irlanda y Reino Unido y los partidos políticos de Irlanda del Norte relativos a la participación en las conversaciones sobre el futuro de la región.
Los únicos medios para resolver los problemas políticos y para intervenir en las discusiones debían ser los medios democráticos y exclusivamente pacíficos. Los compromisos que se firmaban eran además: el desarme total de todas las organizaciones paramilitares, acordar que el desarme debe ser verificable por una comisión independiente, renunciar ellos mismos, y oponerse a cualquier intento de otros, a utilizar la fuerza o amenazar con utilizarla para influir en el curso o en los resultados alcanzados en las negociaciones multipartitas; comprometerse con respetar los términos de cualquier acuerdo alcanzado en las negociaciones multipartitas y con recurrir a métodos exclusivamente democráticos y pacíficos para tratar de modificar cualquier aspecto de esos acuerdos con los que puedan estar en desacuerdo, e, instar a que los asesinatos y palizas de castigo terminen y a tomar medidas eficaces para prevenir tales acciones.
Alcanzado el acuerdo, en él participaron todos los partidos políticos, el IRA ordenó oficialmente el abandono de las armas en julio de 2005 y en septiembre de ese año se procedió en secreto y ante la Comisión Internacional, con la presencia de un cura católico y de un pastor protestante, a la destrucción de su arsenal.
En España, aún son muchos los que opinan que este consenso es imposible, sencillamente porque los casos del IRA y ETA no son comparables. Las fuerzas políticas democráticas públicamente ni entran en el asunto, a la espera de decisiones más firmes por parte de la banda. PSOE y PP aseguran que sólo quieren oír hablar de la autodisolución de ETA y las asociaciones de víctimas rechazan cualquier mediación internacional. La presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundúa, afirma que no puede haber «mediadores que sean equidistantes» y el presidente de la Fundación por la Libertad, Nicolás Redondo, reconoce el interés y la buena fe de quienes quieren contribuir desde otros ámbitos al final de ETA, pero avisa de que «pueden estar siendo mal utilizados por la banda terrorista».
En Europa el asunto se toma con cautela a la espera de los movimientos en España. La comisaria europea de Interior, Cecilia Mälmstrom, respondiendo a la pregunta de un periodista dijo que el tema no se había discutido en Bruselas y sólo se haría si lo pide el gobierno español. En cualquier caso, Mälmstrom consideró positiva la decisión de ETA de no realizar acciones armadas. Tampoco el tema se ha debatido en el Parlamento europeo. El Grupo de Amistad del País Vasco, formado por 14 eurodiputados de los grupos de los Verdes y de la Izquierda Unitaria, pidió que se reconociera la importancia y el significado del paso dado por ETA al anunciar el cese indefinido de sus acciones armadas.