Es la gran esperanza europea para los próximos diez años. Una gran renovación de las estructuras económicas, educativas y sociales para que Europa sea capaz de crecer y crear empleo integrando a sus 500 millones de habitantes. Se llama Estrategia 2020 y es la hoja de ruta de la recuperación económica propuesta por la Comisión europea. Los jefes de Estado o de gobierno de los 27 deben pronunciarse al respecto en el Consejo de Primavera de este mes de marzo.
Con 23 millones de parados y un crecimiento previsto del 1%, el presidente Barroso parte de este principio: La crisis ha puesto de manifiesto cuestiones fundamentales y tendencias insostenibles que ya no podemos ignorar. Europa tiene un déficit de crecimiento que constituye una amenaza para nuestro futuro. Debemos abordar con decisión nuestras debilidades y aprovechar nuestros numerosos puntos fuertes. Tenemos que construir un nuevo modelo económico basado en el conocimiento, la economía de bajo nivel de carbono y altos niveles de empleo. Esta batalla requiere la movilización de todos los actores en Europa.
La cuestión está en que el potencial de crecimiento se ha reducido a la mitad, el envejecimiento de la población se acelera y los niveles de productividad cada vez son más bajos. La solución debería estar en esta propuesta basada en tres puntos principales: crecimiento inteligente, desarrollando una economía basada en el conocimiento y la innovación; crecimiento sostenible, fomentando una economía de bajo nivel de carbono, eficiente en términos de recursos y competitiva; y crecimiento integrador, estimulando una economía con un alto nivel de empleo que fomente la cohesión social y territorial.
El planteamiento es similar al propuesto en 2000 con la llamada Estrategia de Lisboa, que supuso un fracaso por incumplimiento generalizado de los compromisos. Entonces, en época de bonanza económica, la UE se planteaba ser la primera potencia mundial con una economía basada en el conocimiento. Ahora se dice que la lección se ha aprendido y se rebajan objetivos tan ambiciosos, entre otras cosas, porque la crisis financiera ha puesto a Europa en su lugar.
Por eso la Comisión advierte de que la única forma de salir de la crisis de una forma ordenada y eficaz es coordinar las políticas económicas de los 27 y trabajar juntos. No se especifica más, pero ahí está la idea repetida por Zapatero de crear un gobierno económico europeo.
Pero además, aquí se limitan los aires de grandeza que tuvo la Estrategia de Lisboa y se cuantifican objetivos muy concretos, que cada Estado debe convertir en objetivos nacionales, implicando a todas las administraciones:
- el 75% de la población de 20 a 64 años de edad deberá tener empleo
- el 3% del PIB de la UE deberá invertirse en I+D
- se alcanzarán los objetivos «20/20/20» en el ámbito del clima/la energía
- la tasa de abandono escolar deberá ser inferior al 10% y por lo menos el 40% de los jóvenes deberá tener una cualificación o un diploma
- habrá 20 millones de personas menos expuestas al riesgo de la pobreza
La receta del ejecutivo comunitario para conseguirlo pasa por desarrollar una política de I+D que enlace ciencia y mercado, fomentar la movilidad de estudiantes y profesionales jóvenes, abrir de una vez por todas el mercado digital, cambiar a una economía con bajo nivel de carbono que respete el medio ambiente y permita reducir la dependencia del petróleo y el gas, modernizar los mercados laborales y garantizar la cohesión económica, social y territorial para evitar la exclusión social.
Aparentemente son objetivos intachables, pero habrá que ver si alcanzables cuando la mayoría de los Estados de la UE luchan contra el déficit, dudan sobre la subida de impuestos y se plantean reformas laborales y de pensiones para salir del paso. La Estrategia 2020 no dice cuánto cuesta ser competitivos, digitales y verdes.
Y esa es la gran incógnita. Hasta qué punto los socios europeos quieren, pueden o están en condiciones de cumplir esos objetivos. La Comisión dice que reforzarán los métodos de gobernanza para asegurar que los compromisos se traduzcan en acciones. Habrá una evaluación periódica de cumplimiento conjunto de la propia Estrategia y del Pacto de Estabilidad, pero no se dice nada de las consecuencias para quien se quede al margen. No habrá sanciones, aunque sí recomendaciones a cada Estado y advertencias a los países que no cumplan. euroXpress
Texto completo de la presentación de la Estrategia 2020 a los líderes europeos