En menos de veinte años, tres monedas nacionales. Estonia abandonó el rublo con su independencia de la URSS en 1992 y adoptó la corona estonia como divisa que ha resultado efímera. El uno de enero de 2011, el euro pasará a ser la moneda oficial del país.
El año de los rescates financieros a Grecia e Irlanda, de las dudas sobre Portugal, España e Italia, del euro cuestionado como moneda común, Estonia vio aceptada su solicitud para ser el socio número 17 de la eurozona. A pesar de que las previsiones para 2011 apuntan a la continuidad de la inestabilidad del euro y a que otros países necesitarán recurrir al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, el gobierno estonio confía en que refuerce la estabilidad de la economía del país y aporte ventajas a su comercio que se realiza en un 80% con países de la UE.
Los ciudadanos de Estonia no lo ven tan claro, más preocupados por las subidas de precios que la llegada del euro ya está provocando que por las cifras macroeconómicas. Algunas encuestas aseguran que el 52% de la población no es partidario de adoptar la moneda única.
Para el Eurogrupo, la llegada de Estonia es un soplo de aire fresco, aunque se trata de un pequeño país de sólo 1,3 millones de habitantes. Sus resultados económicos son un ejemplo de buen hacer, según las estrictas reglas de la Unión Monetaria. Aunque el año pasado Estonia vivió una de las mayores recesiones de Europa, el 14,1% del PIB, este año se acabará con un crecimiento del 2,5% y en 2011 se espera llegar al 3,9%. Además Estonia es uno de los pocos países de la UE que cumple de sobra los principales requisitos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento: un déficit público del 1,7% y una deuda pública del 7,2%.
Sin embargo, el llamado Tigre del Báltico tiene que superarse a sí mismo, porque sigue siendo uno de los países más pobres de Europa, con una renta sólo algo por encima de los 10.000 euros por habitante. El paro alcanza el 14% de la población activa y su economía está basada en las exportaciones, sobre todo, de componentes electrónicos.
Estonia será el tercer país ex comunista en sumarse a la zona euro, tras Eslovenia y Eslovaquia. Con su integración, 330 millones de personas manejarán el euro como moneda común.