Estamos construyendo una Europa más liberal que social

El Tratado de Lisboa no es perfecto ni revolucionario, pero marca nuevas reglas para saber si los líderes de la UE aprovecharán las herramientas que proporciona. Esa es la incógnita. Lo dice José Ignacio Torreblanca, experto en Relaciones Internacionales, en una entrevista concedida a euroXpress.

Con él hemos repasado lo que el nuevo Tratado puede aportar a esta Europa «más liberal que social» que estamos construyendo, la misma que, a pesar de la fragmentación de 27 Estados, «ha sabido parar el golpe de la crisis.»

José Ignacio Torreblanca ante su mesa de trabajo
José Ignacio Torreblanca/Foto:euroXpress

José Ignacio Torreblanca dirige en Madrid el European Council on Foreign Relations, es profesor universitario, columnista de El País y uno de los grandes expertos españoles en la Unión Europea. En esta entrevista con euroXpress habla de Europa con expectativas de futuro y cierta desconfianza en sus líderes. Apuesta por el Tratado de Lisboa como marco para que la maquinaria funcione y deja claro que Europa no es ni roja, ni verde.

euroXpress- Superado el referéndum de Irlanda y confiando en que no haya obstáculos importantes en Polonia o la República Checa, el Tratado de Lisboa entrará en vigor antes de fin de año. La UE tiene todas sus esperanzas puestas en él para reactivarse ¿cree que se conseguirá?

José Ignacio Torreblanca- Desde luego va a ser muy interesante, porque va a desatascar una pregunta clave. Durante muchos años nos hemos escudado en que la falta de reformas institucionales no permitía que el proceso de construcción europea avanzara. Aunque todos intuimos que hay un problema de liderazgo, ese problema no se ha podido manifestar por el marasmo institucional. El Tratado permite saber si las medidas se aplican de una forma restrictiva que no tenga impacto o se llevan lejos. Aunque no sea perfecto ni revolucionario, se puede sacar provecho de este Tratado y eso es ahora la gran incógnita. Estamos en 2009 y deberíamos estar cerrando ya el siglo XX. Los escenarios de futuro se plantearon para 2020 y ya no está tan lejos.

eXp- ¿Las figuras de un presidente estable del Consejo Europeo y un Alto Representante de la Política Exterior con más competencias pueden ser decisivas?

J.I.T.- Los Tratados marcan el campo, pero no te dicen si vas a ser un genio o un torpe. Con las mismas reglas, hemos visto presidentes de la Comisión apocados, como Santer o Prodi, y, sin embargo con un puesto de funcionario, de secretario general del Consejo, Solana ha construido un verdadero ministerio de exteriores, aunque el nombre provoque reticencias en algunos Estados. Con los cargos que contempla el Tratado de Lisboa nos encontramos con el mismo problema, que las personas que los desempeñen van a tener la responsabilidad de darle un contenido.

eXp- ¿Se atreve a aventurar nombres para esos cargos?

J.I.T.- Lo curioso es que los nombres que suenan no son muy espectaculares. Los más atractivos ya han sido líderes, pero no hay muchos candidatos obvios. El puesto no está muy perfilado como para atraer a los que querrían o deberían serlo y corremos el riesgo de caer en personajes grises.

eXp-¿No cree que los nombres que están sonando son muy de escaparate?

J.I.T.- Por muy criticable que sea el nombre de Blair, y en España lo sería, es verdad que tiene una dimensión mundial, es muy conocido y tiene mucha historia detrás y, en ese sentido, es un buen candidato. También lo sería Felipe González. Se ha descartado y nunca se sabe si para optar a un cargo tienes que descartarte primero. Uno de los cargos debería ser socialista para compensar los otros grandes puestos que ocupan conservadores. Pero también habría que tener en cuenta consideraciones de género. Parecería lógico que de cuatro cargos importantes, alguno correspondiera a una mujer. En fin, lo ideal es que todos sean personajes fuertes.

eXp- ¿Fuertes para que la UE deje de ocupar un lugar secundario en política exterior?

J.I.T.- Es significativo el caso de Afganistán para explicar qué pasa. Allí la visibilidad de Europa debería ser mayor, porque tenemos más de 30.000 soldados, pero es un esfuerzo tan fragmentado que no conduce a nada. Allí se escenifica muy bien que somos una potencia civil con los recursos necesarios, pero no sabemos utilizarlos coordinadamente. Lo lógico es que, si hay dos socios, Europa y Estados Unidos, tuvieran una estrategia conjunta, pero es que no hay dos socios, hay uno por un lado y 27 por otro. El servicio exterior que contempla el Tratado de Lisboa , si no se hace un desarrollo tacaño y sí integrado, puede ser el comienzo de una Europa con una voz en el mundo. Hay que dejar ya de contar el chiste de Kissinger, que no sabía a quién llamar en la UE. Era un chiste de 1973.

eXp- Ha hablado usted de relaciones con Estados Unidos. ¿Cabe esperar novedades de la Cumbre transatlántica que se celebrará el año que viene, durante la presidencia española?

J.I.T.- La relación entre Europa y Estados Unidos ya ha cambiado mucho con Obama, pero cuando se pongan a hablar, no está tan claro que las cosas vayan a cambiar realmente. El papel de Obama en Oriente Próximo o Irán puede haber tenido gestos espectaculares, pero todas sus ofensivas para resolver problemas importantes siguen sin resultado. Si para la Cumbre, Israel sigue sin moverse, Irán va a entrar en ruta de sanciones cada vez más grandes, Afganistán se está estropeando... Hay cosas de fondo entre Europa y Estados Unidos que demuestran que somos muy diferentes en la concepción de la política internacional.

eXp-También comienza una nueva etapa en la UE con la reelección de Barroso, que habla de política social para su segundo mandato. Sonaba bien oír a un presidente de la Comisión hablar de empleo decente.

J.I.T.-Pero la Comisión europea no tiene competencias para eso, sólo fijando los máximos. Un empleo decente para algunos Estados es una jornada de 45 horas, pero no para todos. Puede marcar reglas, pero si hay cuatro millones de parados no es culpa de la Comisión y si se crean cuatro millones de empleos no va a ser gracias a la Comisión. El problema es que la Europa que estamos construyendo es mucho más liberal que social. Barroso puede reinventarse como líder verde y social, pero en la práctica no lo es. Europa no es ni roja ni verde.

eXp- ¿Cree que la UE ha sabido manejar la crisis?

J.I.T.- Lo cierto es que la Unión Monetaria, las instituciones europeas han parado el golpe. Los que no estaban dentro lo han pasado peor, han visto su moneda devaluada, sus finanzas deterioradas. El mercado interior se ha defendido de los primeros embates proteccionistas en los que cada uno defendía lo suyo y sálvese quien pueda. Al final ha funcionado bien.

eXp- Usted ha escrito sobre lo que ha llamado fractura europea, o sea, poca solidaridad y mucho nacionalismo.

J.I.T.- Al principio hubo una especie de pánico: diferencias entre norte y sur, el Este era un desastre, tensiones entre Francia y Alemania... pero al mirarse al espejo y ver que podían cargarse el mercado interior y provocar un efecto dominó fuera, todos se dieron cuenta que la UE era útil para parar el golpe y redistribuir los costes. Sin embargo, la crisis ha puesto de manifiesto que no tenemos un Tesoro como Estados Unidos y que el Banco Central Europeo podría ser más fuerte, que no hay un gobierno económico europeo , sino sólo una coordinación de políticas

eXp- Pero es evidente que los ciudadanos no han visto la actuación de la UE en la crisis

J.I.T.- La visibilidad está en los gobiernos nacionales. Los gobiernos ganan o pierden elecciones en casa y por temas nacionales. El empleo, las pensiones, la sanidad, la educación son asuntos demasiado importantes para dejárselos a Bruselas en un momento de crisis. Podría pensarse que es abdicar de sus responsabilidades y daría la imagen de que los gobiernos no están al mando. Europa no tiene política social ni económica, no genera empleo ni lo destruye. Europa queda como un colchón sin personalidad propia.

eXp- Hablamos de la presidencia española de la UE el próximo semestre. Usted ha alabado las anteriores con González y Aznar porque sirvieron para remover el papel de España en la escena internacional. ¿Qué cree que va a pasar ahora?

J.I.T.- Aquellas presidencias llegaron en momentos muy activos de la construcción europea, con un mundo que cambiaba brutalmente, con una UE que vivía varias ampliaciones, unos cambios que venían desde la unificación alemana. Hoy la agenda tiene menos cosas dramáticas a las que dar respuesta. Además los propios Tratados han querido acabar con los pequeños nacionalismos de las presidencias, con los escaparates de ego. España se va a encontrar con la paradoja de que será el primer país que preside la UE, entre los que han decidido que el sistema no funcionaba. Si hay dos personas que sufren con el Tratado de Lisboa son Zapatero y Moratinos, porque dejarán de ser el presidente de la UE y el presidente del Consejo de Ministros.

eXp- El secretario de Estado para la UE, Diego López Garrido, plantea la presidencia española como una gran apuesta para nuestro país.

J.I.T.- Todo lo que sea desarrollar el Tratado de Lisboa va a ser muy importante, porque hay muchas políticas en las que hay que hacer que la maquinaria funcione y agotar el recorrido. Cambian mucho los instrumentos y es el momento de trabajar el consenso con los Estados, para que la Comisión tome iniciativas. Zapatero es el decano entre los líderes de los países grandes de la UE y eso da margen de maniobra.