La cumbre EEUU-UE ha durado una hora y media, se ha celebrado en Lisboa, aprovechando que Obama venía a Europa a la reunión de líderes de la OTAN y ha servido para hacerse muchas fotos y apretar muchas manos. «Esta cumbre no ha sido tan emocionante porque, básicamente, nos hemos puesto de acuerdo en todo», dijo el presidente de Estados Unidos.
El comunicado conjunto de la minicumbre dice que se ha hablado de trabajar juntos por el crecimiento y el empleo, de luchar contra el cambio climático y por el desarrollo y de seguridad ciudadana.
Ninguna idea nueva, ningún proyecto concreto. Para la Unión Europea era la oportunidad de escenificar la importancia de Bruselas para Washington y de que Herman van Rompuy, presidente del Consejo europeo, se estrenara en su papel ante un presidente de Estados Unidos. Le ha acompañado el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso y Obama, consciente de la necesidad de Europa de que le hagan mimos desde el otro lado del Atlántico, se vio obligado a declarar que «Estados Unidos no tiene ningún aliado más cercano que Europa... Estados Unidos necesita y desea una Unión Europea fuerte y unida».
Las quejas de la UE quedan para mejor ocasión. Bruselas se ve relegada a un segundo plano en la política exterior estadounidense y las diferencias en la fórmula para salir definitivamente de la crisis financiera son evidentes. Mientras Europa somete a los 27 a duros planes de ajuste presupuestario, Estados Unidos inyecta 600.000 millones de dólares en la economía para impulsar el crecimiento, con el temor europeo de que el dólar se devalúe y perjudique la competitividad del euro.
Estados Unidos está mucho más interesado en estrechar vínculos con Brasil, India o China que con Europa y en la apuesta europea por el medio ambiente mira hacia otro lado. La cumbre contra el cambio climático de Cancún se celebra en unas semanas y nadie olvida el aislamiento de la UE en la anterior de Copenhague, cuando Estados Unidos y China decidieron en lo que se llamó un G2, dejando al margen a la UE.
Este sábado en Lisboa se acordó estudiar la posibilidad de eliminar barreras administrativas al comercio y las inversiones entre ambas partes, impulsar la liberalización del comercio mundial en la Ronda de Doha y combatir juntos el cibercrimen.