La Administración Obama ha mostrado públicamente su preocupación por la posibilidad de que el Reino Unido abandone la Unión Europea y alerta sobre los riesgos de convocar un referéndum al respecto, como piden los conservadores euroescépticos. Washington tiene en Londres a su principal aliado en Europa.
Estados Unidos presiona ante el esperado discurso del primer ministro, David Cameron, en el que promete definir su futura politica europea y ante la persistente insistencia del ala más antieuropeísta de los conservadores en convocar una consulta sobre la permanencia del Reino Unido en la UE.
El subsecretario de Asuntos Europeos del Departamento de Estado, Philip Gordon, ha dicho en Londres que «Tenemos una creciente relación con la UE como institución, que tiene una voz cada vez mayor en el mundo, y queremos ver una voz fuerte de los británicos en esa Unión Europea». Gordon además advierte de que los referendos de ese tipo llevan «con frecuencia a los países a mirar demasiado hacia dentro».
Sus declaraciones han tenido una rápida respuesta desde el 10 de Downing Street: «Estados Unidos quiere una Unión Europea abierta hacia el exterior con el Reino Unido dentro y nosotros también». Efectivamente, Cameron viene apoyando la permanencia británica en la UE, pero intenta redefinir las relaciones de Londres con Bruselas, sacar más partido al mercado único y quedar al margen de decisiones políticas de los 27 más integradoras.
La advertencia de Estados Unidos llega poco después de que destacados empresarios británicos, como el director ejecutivo de British Telecom o el fundador del grupo Virgin, publicaran una carta en el Financial Times, alertado sobre las graves consecuencias para el mercado que tendria una hipotética salida del Reino Unido de la UE.