Sin tapujos, Merkel y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, harán este lunes el diseño de una nueva Europa que estabilice sus finanzas, castigue a los incumplidores y frene las especulaciones de los mercados. Son los mismos presupuestos de hace un año pero las circunstancias han cambiado. Después una cumbre del Partido Popular Europeo, en Marsella, los días 7 y 8, con la mayoría de los jefes de gobierno de la UE, dará el visto bueno formal a los planes de Merkozy y el fin de semana, toda la UE, salvo sorpresas, los ratificará.
Merkel viaja a París con ideas fijas: llegar a una unión fiscal, sanciones para quienes se salten los límites de déficit y deuda, incluso retirando el derecho de voto en los consejos y llevándolos ante el Tribunal de la UE, llevar el equilibrio presupuestario a todas las legislaciones europeas y negativa rotunda a los eurobonos que, según la canciller, relajarían a los más díscolos y además perjudicarían la prima de riesgo alemana.
La clave sigue estando en su negativa a que el Banco Central Europeo compre bonos de los países de la UE en dificultades. Es lo que hace ahora de forma excepcional y contenida y todos los observadores ven en una acción decidida de la entidad monetaria la única salvación a la crisis de deuda.
Francia va cediendo posiciones a medida que su economía entra en el umbral del riesgo y Sarkozy no quiere perderse la foto del dúo que manda en la UE, de modo que sus temores a perder soberanía se diluyen en función de necesidades inmediatas.
Está pendiente además en qué quedará el nuevo Fondo de Estabilidad Financiera, una vez que ha fracasado el intento de captar inversores privados o clientes asiáticos y se ha tenido que recurrir al Fondo Monetario Internacional, aunque sin cuantificar el préstamo que se pedirá.
Para llevar adelante las propuestas que se acuerden hará falta un gobierno económico real en la UE que controle, supervise y castigue o premie en función del cumplimiento. Y para que fueran realmente vinculantes los planes que se decidan posiblemente haya que cambiar los actuales tratados de la Unión.
Así se entra en un terreno que lleva la perspectiva de la puesta en práctica de cualquier acuerdo a un indefinido futuro, de nuevo, y encima lleno de dificultades políticas nacionales, así que se están barajando posibilidades más fáciles de llevar a cabo, como añadir un protocolo al actual Tratado aprovechando la adhesión de Croacia a la UE que se firmará el viernes, o bien como un acuerdo intergubernamental.
Está por ver si las soluciones que se adopten para los 17 miembros de la moneda única, serán válidas y aceptadas por el resto de los 27, especialmente por Reino Unido. De momento, todo está abierto. Lo que los líderes europeos, es decir, Angela Merkel, ha ido retrasando durante meses, deberá resolverse en una semana en la que Europa se juega seguir siendo lo que hasta ahora ha sido.