Gobiernos e instituciones internacionales no han conseguido todavía los controles necesarios para reducir estas prácticas.
La Unión Europea (UE) está discutiendo la actualización de su sistema para regular la especulación, incluyendo la de productos agropecuarios, conocida como Directiva Relativa a los Mercados de Instrumentos Financieros (MiFID, por sus siglas inglesas).
Pero un estudio de las organizaciones no gubernamentales Foodwatch y Oxfam Alemania sostiene que el proyecto tiene vacíos importantes.
«Los grupos de presión, que representan sobre todo al sector financiero, han bloqueado el proceso legislativo europeo», dice el director de Foodwatch, Thilo Bode.
«Los vacíos legales permitirían en el futuro a los especuladores dejar de operar en el mercado organizado y regulado, y trasladar sus operaciones al mercado de transacciones entre particulares, casi completamente carente de reglas», asegura.
«También beneficiarse de las numerosas excepciones que los lobbies financieros han impuesto en el proyecto para continuar sus transacciones sin control», añade Bode.
Para eliminar tales excepciones, Foodwatch y Oxfam exigen a la UE que introduzca los llamados límites de posición vinculantes, que establecen para cada banco o fondo de inversión la cantidad máxima de contratos de futuros (transacciones de compra y venta de contratos y no de los productos en sí).
Mediante esos contratos, es posible especular con el alza o la caída del precio del futuro, actuando únicamente en los mercados financieros, indican los especialistas Olivier Chantry y Mónica Vargas, del no gubernamental Observatorio de la Deuda en la Globalización.
Cuando se establecen límites efectivos a las posiciones se evita que operadores individuales controlen cierto mercado y manipulen los precios. Además, se promueve la transparencia de los mercados.
Foodwatch y Oxfam reclaman que se excluya de los mercados de productos agropecuarios a los inversores institucionales, como compañías de seguros y fondos especulativos, y que se prohíban los certificados y otros derivados que se emplean en las transacciones financieras con alimentos.
Con todo, varios bancos y fondos de inversión están renunciando a especular con productos agropecuarios y otros reconocen los efectos nocivos de la especulación.
El 26 de mayo, el banco DZ, el cuarto más grande de Alemania y que representa a más de 900 pequeños bancos y cajas de ahorro regionales, decidió abandonar de manera definitiva las operaciones con productos agropecuarios.
En un comunicado, Lars Hille, miembro del consejo ejecutivo del DZ, abogó por la introducción de límites, como los que piden Foodwatch y Oxfam, para «controlar los volúmenes de las transacciones» puramente financieras con alimentos.
Otros bancos alemanes, como el Commerzbank y el DekaBank, han dado un paso similar.
Aunque su participación total en el mercado financiero de productos agropecuarios es marginal, su valor simbólico es considerable, pues desmiente las posiciones oficiales de los líderes del sector, como el Deutsche Bank y la compañía de seguros Allianz, que continúan manejando buena parte de los fondos de inversión con alimentos en Alemania, un negocio de 14.000 millones de dólares, según estimaciones de Oxfam.
Los fondos globales de inversión en los mercados agropecuarios manejan un volumen estimado de 72.000 millones de dólares.
El Deutsche Bank, el banco más grande de Alemania y uno de los más importantes del mundo, defiende sus transacciones con alimentos argumentando que no hay evidencia definitiva de que tales operaciones contribuyan a la volatilidad y a la escasez.
Pero sus investigadores sostuvieron en un documento de marzo de 2011, que «en determinados momentos, operaciones excesivas pueden distorsionar temporalmente el funcionamiento normal del mercado, con consecuencias potencialmente graves para agricultores y consumidores».
«Si los especuladores llevan los precios a niveles incompatibles con los fundamentos del mercado, los resultados pueden ser problemáticos», agregaban.
En otro documento, de enero de 2011, analistas del Deutsche Bank apuntaban que «las subidas de precios obedecen a factores que afectan a la oferta y la demanda (población, ingresos, productividad, precios de la energía, reacciones a medidas políticas), pero en ciertas circunstancias, la especulación puede haber afectado tal movimiento de precios».