Las encuestas en Finlandia eran alarmistas y se han quedado cortas. En las elecciones celebradas este domingo, el partido de extrema derecha Verdaderos Finlandeses ha conseguido el 19,1% de los votos, casi el mismo porcentaje que los socialdemócratas (19,0%) y a muy poca distancia del vencedor, el Partido Conservador, con el 20,4% de los sufragios. El Partido de Centro, de la primera ministra Mari Kiviniemi, se hunde con el 15,9 %.
Los resultados complican extraordinariamente la formación de gobierno, compuesto ahora por una coalición de conservadores, centristas, verdes y populistas. Pero la ultraderecha finlandesa vive momentos de euforia. «Es un resultado histórico», ha dicho su líder, el populista Timo Soinin, y tiene sobradas razones para decirlo porque su partido ha multiplicado por cinco los votos conseguidos en las elecciones celebradas hace cuatro años y por siete los escaños, de modo que se ha convertido en la tercera fuerza política del país y con un estrecho margen de escaños sobre los dos primeros: 43 los conservadores, 42 los socialdemócratas, 39 la extrema derecha.
Es el peor resultado que temía Bruselas porque los ultraderechistas finlandeses han reorientado su campaña a la oposición del rescate financiero de la UE a Portugal y su participación en la política del país pasa ahora a ser decisiva. Verdaderos Finlandeses ha amenazado con bloquear el rescate portugués y el voto de Finlandia, como miembro del Eurogrupo, es necesario para aplicar el mecanismo de ayuda financiera. El comisario de Asuntos Económicos, el finlandés Olli Rehn, había pedido a su país «que demuestre su responsabilidad y apoye el programa de asistencia a Portugal».
El actual gobierno, que contribuyó a los rescates de Grecia, Irlanda e Islandia, se comprometió con sus socios comunitarios a aportar 8.000 millones de euros en garantías al actual fondo de rescate europeo y 12.500 millones al futuro Mecanismo Europeo de Estabilidad. Ahora todo está en suspenso y queda la posibilidad de que el gobierno en funciones busque el apoyo de otros partidos para responder ante Bruselas, aunque la marea euroescéptica ante los rescates ha arrastrado a todas las fuerzas políticas. La contribución de Finlandia tiene que ser aprobada por el Parlamento nacional.