El año pasado, 435.760 personas pidieron protección internacional en la UE, el número más alto desde que empezó a registrarse en 2008, lo que significa un 30% más que 2012. Sirios y rusos son los más han solicitado asilo seguidos de la zona occidental de los Balcanes (Albania, Bosnia-Herzegovina, República de Macedonia, Kosovo, Montenegro y Serbia), países que se encuentran en negociaciones con la UE para su adhesión a largo plazo, como es el caso de Serbia, Macedonia o Albania, considerado recientemente de forma oficial país candidato.
Según el informe presentado hoy, el 34,4% de los demandantes de asilo consiguieron el estatuto de refugiado en algún país de la UE. Sirios y eritreos fueron los que más recibieron protección internacional. Sin embargo, a finales de 2013, 352.000 personas esperaban un documento que les notificara que son considerados refugiados en los Veintiocho.
La guerra siria, que no tiene tregua desde su estallido hace ya más de tres años tras las revueltas durante la primavera árabe contra el gobierno de Bachar al Assad, han provocado que millones de personas huyan del conflicto y pidan asilo en las fronteras europeas. Con un aumento del 109% respecto a 2012, los ciudadanos de esa nacionalidad son los que más piden protección internacional, convirtiéndose en el país que más refugiados crea. El aumento fue generalizado en casi todos los Estados miembros.
Los conflictos armados son la principal razón por la que los ciudadanos deben dejar sus casas y sus países de origen, pero la paz no siempre es la única solución. Es el caso de la región rusa del Cáucaso norte, tras las guerras de Chechenia, la población continúa atemorizada y perseguida por Moscú, tal y como denunció la periodista rusa Anna Politkovskaya, asesinada hace ocho años. Un temor que lleva a muchos chechenos a pedir asilo en especial en Polonia y Alemania, evitando correr la misma suerte que Politkovskaya.
También la región de Balcanes occidentales, Serbia, Montenegro, Albania o Kosovo, cuyos ciudadanos aún pagan las consecuencias de las guerras de los noventa, y cuyas demandas de asilo aumentaron un 36% en 2013 respecto al año anterior, pero a los que tan sólo un 3,8% se les aplicó el estatuto de refugiado en la UE.
Un largo camino hasta llegar a las fronteras europeas
Las demandas de asilo, son muchas veces el último capítulo de largas travesías por mar y tierra, y que muchas veces se han saldado las vidas de miles de personas. Según el Alto Comisariado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) más de 32.000 personas cruzaron las fronteras del Mar Mediterráneo el pasado año. Según FRONTEX, desde que se tienen datos, 20.000 personas han perdido la vida en las costas del sur de Europa.
Italia, junto con Chipre, Bulgaria y Grecia son los países que más inmigrantes reciben en sus fronteras. Roma, tras las tragedias en la isla de Lampedusa, ha pedido más ayuda a Bruselas. Italia, ahora en la presidencia rotatoria del Consejo, pretende aunar fuerzas en la lucha contra el tráfico de seres humanos. Su primer ministro, Mateo Renzi, afirmó que la inmigración sería la prioridad de la presidencia del Consejo. «Europa nos deja solos. Europa no puede salvar a los Estados y a los bancos y luego dejar morir a madres con niños», aseveró Renzi en el Parlamento Europeo en sus comparecencia la semana pasada.
La Comisaria de Asuntos de Interior, Cecilia Malmström ha negado las palabras del primer ministro italiano. «No es justo decir que Europa ha abandonado Italia», ha agregado la Comisaria. Asimismo, ha recordado que la mayoría de fondos para luchar contra el tráfico de seres humanos y vigilar sus costas van a parar al país.
«No se puede aceptar que en 2014, con los nuevos instrumentos que tenemos, se permita que se ahoguen porque no sabemos quién tiene la competencia», dijo Renzi en la Eurocámara la semana pasada. No obstante, Malmström, ha asegurado hoy que todos los Estados miembros deben llegar a un compromiso para evitar la muerte de personas que intentan llegar a las costas europeas.
Así, Malmström ha alabado el papel de la operación Mare Nostrum, nombre con el que los romanos nombraron al Mar Mediterráneo, un programa que tiene el objetivo de patrullar las costas y ayudar a las miles de personas que tratan de llegar al país. Esta operación cuesta a Italia 300.000 euros diarios, por lo que en los últimos meses el Gobierno ha pedido ayudas europeas para financiar las tareas de acogida de los indocumentados y de vigilancia del mar-frontera en que se ha convertido el Mediterráneo.
Guía actualizada de la legislación europea sobre asilo, fronteras e inmigración