La Comisión Europea asegura que estudiar o formarse en el extranjero ayuda a los jóvenes a adquirir aptitudes que valoran los empresarios a la hora de contratar: idiomas, cultura, liderazgo, adaptabilidad. Y los estudiantes parecen confirmarlo. El número de solicitudes en el curso 2009/2010 aumentó un 7% y las autoridades comunitarias esperan llegar a los 3 millones en 2012.
El pasado curso 278.000 estudiantes realizaron estudios en una universidad o centro de educación superior extranjero, un 5,7% más que el año anterior; y 35.000 hicieron prácticas en empresas fuera de su país, un 17,3% en comparación con el curso 2008/2009.
El programa Erasmus es un éxito, pero no tanto. Su dotación económica es escasa y, según una encuesta de Eurobarómetro, un33% de los alumnos quedesan salir al extranjero a completar sus estudios no puede permirtírselo. Casi las dos terceras partes de los que lo hacen recurren a financiación privada o a sus ahorros. Los 254 euros de media que aporta la beca no dan para cubrir más que una pequeña parte de los gastos que supone pasar una temporada fuera del lugar de residencia.
La Comisión Europea invirtió el año pasado 415 millones de euros, pero al aumentar la demanda bajó el importe medio de las becas. También ha influido el número de países que participan en el programa. Suiza se ha incorporado este año y ya son 33 países, los 27 de la UE más Croacia, Islandia, Liechtenstein, Noruega y Turquía.
La comisaria de Educación, Androulla Vassiliou, promete mejoras: "me comprometo a asignarle más recursos en el futuro. Estudiar o formarse en el extranjero favorece el desarrollo personal y las oportunidades de empleo, por lo que está justificado que seamos ambiciosos cuando se trata de invertir en nuestros jóvenes".
La movilidad en el aprendizaje es un objetivo clave de la estrategia Europa 2020 para el crecimiento y el empleo y es la base de la iniciativa Juventud en movimiento de la Comisión, que se apoya en el éxito de Erasmus.