España impulsa la seguridad alimentaria en la ONU

Por Thalif Deen

Desde su creación en 2007 para ayudar a las naciones del Sur a luchar contra la pobreza, el hambre, el analfabetismo, las enfermedades y la discriminación, el Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio (F-ODM) ha financiado alrededor de 130 programas conjuntos en 50 países.

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Muchos niños de la Amazonia peruana sufren malnutrición/ Foto: Milagros Salazar/ IPS

Regina Gallego, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), agencia que supervisa los esfuerzos hacia los ODM, dice que solo el programa del Fondo sobre nutrición ha ayudado a redactar o revisar unos 25 planes nacionales sobre el tema, ha impulsado la creación de 270 escuelas y jardines comunitarios, y mejorado el acceso a la salud de unos 534.000 ciudadanos.

«Directa o indirectamente, nuestra contribución mejoró el estatus nutricional de más de 900.000 niños y niñas, así como de 170.000 mujeres embarazadas y madres lactantes», explica Gallego, especialista del PNUD en gestión del conocimiento.

El F-ODM, con 700 millones de euros, es un esfuerzo de colaboración entre España y la ONU (Organización de las Naciones Unidas), que involucra a varias agencias.

La financiación se concentra en ocho temas: infancia, seguridad alimentaria y nutrición; igualdad de género y empoderamiento de las mujeres; ambiente y cambio climático; empleo juvenil y migraciones; gobernanza económica democrática; desarrollo y sector privado; prevención de conflictos y consolidación de la paz; y cultura y desarrollo.

Raúl de Mora Jiménez, especialista en comunicación del PNUD, nos dice que el Fondo trabaja activamente asistiendo a varios países. Por ejemplo, actualmente está trabajando en mejorar las condiciones de los indígenas en Brasil, donde cuatro de cada 10 viven en pobreza extrema y más de la mitad de los niños y las niñas presentan anemia.

La Iniciativa de los Eco-hornos es parte de un programa conjunto de la ONU llamado «Promoviendo la seguridad alimentaria y la nutrición para niños y niñas indígenas de Brasil», una colaboración entre el gobierno del país sudamericano y cinco agencias del foro mundial destinada a mejorar el nivel nutricional de poblaciones nativas.

Las cinco agencias son la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el PNUD.

En Perú, los niños y niñas indígenas de las regiones de los Andes y la Amazonia presentan unas de las tasas de desnutrición más altas del mundo: más de la mitad sufren desnutrición crónica, y muchos son anémicos y presentan deficiencias de vitamina A.

El F-ODM respalda los esfuerzos del gobierno peruano para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición en cuatro de las regiones más pobres del país, acelerando la puesta en marcha de la estrategia nacional CRECER.

En Etiopía, la nutrición ha mejorado para los niños y las niñas menores de cinco años, destaca Jiménez, pero esto se debe acelerar aun más para que ese país africano logre la meta de reducir para 2015 el número de personas que sufren hambre.

Con ese fin, el gobierno etíope desarrolló una Estrategia de Nutrición Nacional y un Programa de Nutrición Nacional, que se enmarcan en el programa conjunto del F-ODM.

En Vietnam, el programa del F-ODM está concentrado en mejorar la seguridad alimentaria a través de un aumento de la producción y del consumo de alimentos de calidad, así como en la administración de suplementos nutricionales.

Esta es tanto una estrategia de corto plazo para tratar los actuales niveles de desnutrición –a través de suplementos de hierro y vitamina A- como una estrategia de largo plazo para proveer una dieta de mayor calidad a través de sistemas de producción mejorados, incluyendo productos animales (carne y leche) y de acuicultura.

Gallego hace hincapié en que la tendencia general de los indicadores de los ODM muestra que, a pesar de los progresos, erradicar el hambre extrema sigue siendo un gran reto.

Se estima que están desnutridas unos 850 millones de personas, o cerca del 15 por ciento de la población global, mientras que uno de cada cinco niños menores de cinco años en el Sur en desarrollo tiene un peso inferior al adecuado.

Pero la seguridad alimentaria está comenzando a ganar terreno en las agendas nacionales de una forma sistemática y estructurada, destaca.

Gallego sostiene que se pueden extraer varias lecciones de los programas del F-ODM, y por tanto asegura que es posible alcanzar la meta de reducir a la mitad la proporción de personas que sufren extrema pobreza.

Se tiene que trazar un vínculo entre seguridad alimentar y nutrición para concretar el Reto del Hambre Cero, afirma.

Para asegurar que la gente tenga suficiente alimento, pero sobre todo alimento nutritivo, es necesario reconocer el estrecho nexo entre ambos temas, añade.

«En otras palabras, no se debe considerar solo la cantidad de alimento, sino también otros aspectos, como el valor nutritivo y su accesibilidad, así como la calidad de salud, el estatus socioeconómico y el nivel de conocimientos de la población».