Con todos sus defectos, es un límite para los tiburones tipo Murdoch. Y siempre cabe reivindicarlo, reclamar ese espacio para la diversidad social. Nuestro test en este asunto, claro que no solo en él, ha sido lo sucedido en Grecia.
«La Unión Europea de Radiodifusión» (EBU, según sus siglas en inglés, European Broadcasting Union) cree que los medios de comunicación públicos independientes son indispensables para las democracias, la cultura y para (nuestras) sociedades». Una idea que la UER repite al hablar del caso griego y que creo es necesario reiterar.
Han pasado tres meses desde que el gobierno griego decidiera –entre sus múltiples recortes presupuestarios- el cierre brutal de la televisión pública helena, la ERT. La EBU/UER, que agrupa a los servicios públicos de radiotelevisión europeos, aunque no solo a éstos, tomó entonces una iniciativa que se salía de su prudente neutralidad habitual: asumió en su web la señal por satélite producida por los trabajadores de la ERT, en respuesta al cierre.
Y se comprometió a ofrecer facilidades para el satélite y apoyo hasta que la televisión pública de Grecia estuviera en condiciones de regresar al uso de su red terrestre. La UER anunció hace pocos días que en las diez primeras semanas de esa colaboración, hubo 8,5 millones de horas de directo (streamings), 4,4 millones de horas de emisión en total. Dos millones y medio de visitantes de la ERT a través de la UER, que considera hay signos de que pronto habrá una nueva televisión pública griega, de que volverá a ser operativa con normalidad.
En medio de la tormenta de la crisis de Grecia, es ésta una batalla muy importante. Puede ser un síntoma de que merece la pena reaccionar. Siempre merece la pena, en defensa de los servicios públicos de sanidad, educación u otros. Todos forman parte del escudo de autodefensa ciudadana, hasta cuando funcionan con defectos.
El resto solo es promesa de futuro neoliberal: un desierto de derechos, un erial de angustia para los que menos tienen. Por ello, hay que felicitarse de estos signos griegos, lo mismo que de las sentencias y trabajo de algunos jueces contra la corrupción o contra la subasta privatizadora de la sanidad en Madrid. Cada vez que los neoliberales retrocedan, hay que gritarlo para dar moral al ciudadano común.
No es inútil reaccionar, aunque haya que mantener en permanencia la crítica vigilante.
Un servicio provisional de televisión pública está en marcha. El parlamento griego ha adoptado nuevas leyes audiovisuales que parece, prometen, otra televisión pública «independiente». Habrá que verlo. Unos 600 trabajadores de la vieja ERT formarían parte de la nueva, junto a otros 1400 trabajadores más. Hay planes de producción renovada. Planes, promesas, por ahora.
Para la EBU/UER es suficiente. El 21 de agosto dio por ganada la batalla y puso fin a su apoyo técnico al colectivo de trabajadores de la ERT.
Sobre el optimismo aparente de la UER, nuestro colega Yannis Kotsifos, del Sindicato de Periodistas de Macedonia y Tracia, nos dice lo siguiente: «En principio, la EBU ha estado bien; sin embargo, la verdadera situación es muy distinta. El servicio público provisional aún no ha desarrollado programas nuevos. Tiene una clara carencia de personal suficiente y una legitimidad que se puede poner en duda. Hay subcontratación y relaciones laborales internas poco claras. En general, esta nueva radiotelevisión pública es más bien un modo del gobierno actual para hacer ver en el exterior que cumple con la decisión del Consejo de Estado de Grecia (a favor del servicio público audiovisual). Esa parece ser la realidad más que el impulso de una verdadera radiotelevisión pública con estándares europeos. El personal de la antigua ERT sigue haciendo la misma programación por la Red y utilizando las vías de emisión que puede».