En su informe anual divulgado en la capital italiana, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoce que el mundo ha hecho ciertos progresos en la lucha contra el hambre y la desnutrición, pero subraya que todavía hay un «largo camino» que andar para resolver la crisis.
El director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, es inflexible: «Debemos luchar por nada menos que la erradicación del hambre, de la inseguridad alimentaria y de la desnutrición».
La única respuesta efectiva a la inseguridad alimentaria es el compromiso político a nivel nacional, regional e internacional por parte de la comunidad de donantes y las organizaciones internacionales, señala de cara a la 38 Conferencia de la FAO, que se realizará en Roma desde este sábado 15 hasta el 22 de este mes.
Como ejemplos, Graziano da Silva cita el Comité sobre Seguridad Alimentaria y el Reto del Hambre Cero, creados por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Ban ha destacado el «espectacular» crecimiento económico experimentado en algunos países, que ha hecho posible reducir la extrema pobreza a la mitad.
«Pero la ola de prosperidad no ha llegado a todos los barcos», indica. «Para tener éxito antes de fines de 2015, necesitamos un esfuerzo concentrado destinado a apoyar a los pequeños productores y a asegurar una mejor nutrición para las mujeres, niños y niñas».
Mientras, el informe de la FAO titulado «Estado de la alimentación y la agricultura» señala que los «costes sociales y económicos de la desnutrición son inaceptablemente altos».
Los números son impactantes: la desnutrición provoca una pérdida de productividad para la economía mundial y gastos en atención médica que equivalen a 3,5 billones de dólares, o 500 dólares por persona.
«Es casi todo el producto interior bruto anual de Alemania, la mayor economía europea», dice el informe.
Las deficiencias de vitaminas y micronutrientes, junto a la obesidad y el sobrepeso, están entre los principales responsables de la pérdida de productividad.
El subdirector general de la FAO para economía y desarrollo social, el malasio Jomo Kwame Sundaram, coincide con la estimación del Grupo de Alto Nivel de Personas Eminentes de la ONU para la Agenda de Desarrollo posterior a 2015, que el hambre extrema y la pobreza podrían estar erradicadas en 2030.
«Pero esto no ocurrirá por sí solo. Se deben aplicar una serie de medidas importantes», políticas y económicas, y adoptar mecanismos adecuados de gobernanza, nos dice.
«Nos referimos a la erradicación del hambre en el sentido estricto: acabar con la inseguridad alimentaria y con las deficiencias de micronutrientes», señala.
La FAO define la «desnutrición» como la falta de alimentos suficientes para llevar una vida saludable y productiva. Esto afecta a unos 868 millones de personas.
El Reto del Hambre Cero trata de eliminar el retraso en el crecimiento debido a las deficiencias de micronutrientes, garantizar una agricultura sostenible, minimizar el desecho de alimentos y duplicar los ingresos de los agricultores.
Sundaram dice, además, que los compromisos políticos para erradicar el hambre deben estar respaldados con recursos.
La FAO estimó en 2011 que se necesitaban inversiones públicas anuales de 50.200 millones de dólares para que el mundo pudiera erradicar el hambre para 2025, suma que además debe ser complementada por el sector privado.