La pedagoga española Guadalupe Jover dice que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) deben servir para la construcción colectiva del conocimiento, a partir de la renovación pedagógica, y no para perpetuar lo peor del sistema educativo imperante.
«Estamos hablando aquí de la ofensiva de los mercados que quieren inmiscuirse en la educación, enla venta a través de las TIC», dijo la coordinadora de la Plataforma Ciudadana por la Escuela Pública en España, durante el foro que se ha desarrollado en Canoas, en el estado brasileño de Rio Grande do Sul, entre el martes 21 y este jueves 23.
Sumergidos en un calor asfixiante, más de 4.000 participantes de 13 países debatieron en esta pequeña ciudad a 19 kilómetros de la capital del estado, Porto Alegre, en torno al tema central del encuentro: «Pedagogía, región metropolitana y periferias», con tres grandes conferencias y seis subtemas diferentes.
Porto Alegre fue donde nació el movimiento alternativo del Foro Social Mundial, en 2001, bajo el lema de que «otro mundo es posible», con participación de miles de movimientos sociales de todo el planeta en sus encuentros, que se celebran en las diferentes regiones del Sur en desarrollo.
Jover ha participdo en el panel sobre «Pedagogía, territorios y resistencias», en que se desmenuzaron los problemas de los currículos actuales, donde prevalece el concepto neoliberal de preparar a los estudiantes para abastecer las necesidades del mercado.
Jaume Martínez Bonafé, de la Universidad española de Valencia, nos explicó que «la pedagogía sigue siendo autista, obsoleta, porque antes desde las aulas se explicaba el mundo, mientras que ahora lo que está en la teoría de la razón son los grandes centros comerciales».
Su preocupación, dijo, es que las TIC «solo cambien la herramienta y no el contenido educativo».
Lo ideal, plantearon docentes de diferentes regiones, es que los currículos contribuyan al crecimiento de las personas y a su emancipación, como defendía el brasileño Paulo Freire (1921-1997), uno de los teóricos de la educación más innovadores del siglo XX, que representó en la docencia lo que la Teología de la Liberación en el catolicismo.
Promotor de fórmulas no ortodoxas para el aprendizaje, basadas en la libertad, y muy preocupado por la promoción de la igualdad a través de la educación, promoviendo el acceso de los oprimidos a las escuelas, sus postulados marcan la educación alternativa.
Precisamente, inspiradas por Freire, dos educadoras argentinas, Carla Azul Cassineiro y Laura Mombelli, recorrieron una gran distancia desde su país para participar en el Foro. Cassineiro dicta educación física y Mombelli contaduría. Ambas son educadoras populares en La Cava, el segundo barrio pobre mayor de Argentina, en Buenos Aires.
Sus alumnos, nos dijeron, tienen acceso al mundo digital, pero muchas de sus familias se las ven y se las desean para comprar alimentos y obtener trabajo, lo que les empuja a la violencia.
Cassineiro destacó que el programa gubernamental de Asignación Universal por Hijo, que desde hace cinco años subsidia a las familias argentinas con ingresos inferiores al salario mínimo con unos 31 dólares por cada niño o niña, a cambio de que permanezcan escolarizados, se ha convertido «en una ayuda a la integración y contención social».
A diferencia de América Latina, la segunda región más urbana del mundo, en África la educación atiende a una población que en un 60 por ciento es rural, nos explica Aidil de Carvalho Borges, la gestora de proyectos para la reforma del sistema educativo de Cabo Verde.
Esa realidad, explicó, «acentúa cada día las desigualdades de todo tipo, más aún en cuanto a las tecnologías, a las que se tiene acceso solo en los espacios urbanos». Eso atenta a lo que debe ser una prioridad de la educación, «que todos los niños y niñas, no importa donde vivan, tengan los mismos derechos», afirmó.
«Continuamente crecen las necesidades y las exigencias», dice la funcionaria del Ministerio caboverdiano de Educación. «En algunos países puede existir algún político deseoso de modificar la situación, pero creo que solo los movimientos sociales radicales podrán traer cambios o, al menos, concesiones en la educación», afirma.
El presidente del Instituto Paulo Freire, Moacir Gadotti, mantiene que «la escuela necesita discutir el país que desea, el barrio que quiere, porque no se puede tener miedo a ser libres».
El educador también se refirió al nuevo movimiento brasileño de los «rolezinhos», jóvenes de la periferia que ocupan en grupo los espacios de ocio, especialmente los centros comerciales, después de que algunos de ellos, en su mayoría afrobrasileños y pobres, fueron expulsados de uno de estos establecimientos a fines de 2013, en São Paulo.
«Estos jóvenes tienen aspiraciones, quieren participar en el nuevo Brasil», dice Gadotti. «Los jóvenes están en las redes sociales y es una realidad que los políticos frecuentemente ni entienden ni atienden», analiza.
El educador popular Alberto Croce, fundador y presidente de la Fundación argentina SES, que promueve la inclusión de jóvenes con pocos recursos, cree que los «rolezinhos» buscan desafiar al sistema, en movimientos que conectan con las protestas contra la exclusión educativa y social de estudiantes de países como Chile o Colombia.
Croce señaló que es verdad que los pobres viven ahora mejor en América Latina, pero también es cierto que ha aumentado la desigualdad en la región más desigual del mundo. La tensión de los modelos educativos de las escuelas de las grandes ciudades y en los suburbios, en cierto modo, refleja las contradicciones de esa desigualdad.
Los centros educativos generales priorizan el modelo neoliberal de preparar al alumnado para el mercado laboral, pero en las periferias se resisten a ese esquema, porque sienten que los discrimina y los invisibiliza.
«Una de las claves de la educación es el respeto a la diversidad. Cuando la educación valora las diferencias culturales, las integra y las incorpora, podemos hablar de educación de calidad», asegura.
«La inclusión digital es un fenómeno que está presente» en la sociedad, dice. Antes la preocupación de los jóvenes era obtener unos zapatos de moda, «ahora es comprar un teléfono celular, hay indudablemente un cambio», comenta, porque «tener acceso a la tecnología es un valor».
Para el especialista, los jóvenes escogieron el móvil, el dispositivo más personal, para acceder a las TIC. «La inclusión tiene limitaciones, pero sin duda ha generado una transformación», dice Croce.
Una transformación a la que la educación no puede dar la espalda, insistieron en el Foro de Canoas, en debates sobre temas como «Educación como derecho humano», «Educación, ambiente y sostenibilidad», «Educación en el paradigma emergente», o «Educación, diversidad e inclusión», entre otros.