Las seis piezas de obsidiana, que se han encontrado en cinco ajuares funerarios de yacimientos neolíticos en la provincia de Barcelona, proceden de la isla de Cerdeña.
Un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha hallado seis piezas de obsidiana en yacimientos funerarios de la provincia de Cataluña que habrían viajado desde la isla de Cerdeña hasta la Península Ibérica en el Neolítico. La obsidiana, una roca volcánica negra, se empleaba en ese periodo para la elaboración de herramientas en la zona del Mediterráneo occidental. Se trata de la máxima distancia conocida alcanzada en la difusión de este mineral, probablemente con fines comerciales.
De acuerdo con el grupo de científicos del CSIC, las seis piezas de obsidiana examinadas –cinco hojas y una matriz de la que se habrían extraído dichas hojas- estarían más relacionadas con una cuestión de prestigio social que con el fin con el que se elaboraron, ya que la presencia de este tipo de materiales era poco frecuente, y otorgaba un cierto estatus social.
No obstante, y a pesar de haberse encontrado como piezas de cinco ajuares funerarios, los expertos han confirmado que no se trata de ofrendas ex professo, ya que «el estudio de las huellas de desgaste de los restos demuestra su utilización en actividades cotidianas», en palabras de Xavier Terradas, investigador del CSIC en la Institución Milà i Fontanals y uno de los autores del estudio publicado en el Journal of Archaelogical Science. «Sin embargo, la rareza de esta materia prima en el contexto geográfico estudiado y la probable inaccesibilidad a estos productos para la mayor parte de la sociedad les otorga una singularidad específica», añade el científico.
Grandes vías de intercambio
Los científicos han concluido que la obsidiana encontrada en Cataluña fue probablemente objeto de intercambio por las culturas neolíticas, habiendo viajado por medio de cabotaje a lo largo de la costa mediterránea y a través de los Pirineos, ya que un transporte de 1.200 kilómetros por mar parece impensable para las tecnologías de la época.
Estas primitivas culturas llegaron a crear verdaderas redes de intercambio de materias, productos e ideas a través de la difusión de productos locales, como los ornamentos corporales hechos a partir de variscita de las minas de Gavà o la sal del diapiro de Cardona, en Barcelona, a la vez que obtenían productos elaborados fuera, como los hechos con sílex beduliense , hachas y azuelas de origen alpino, u otros artefactos tallados en obsidiana.
Los restos de obsidiana analizados en el estudio proceden de cinco necrópolis de la provincia de Barcelona: Bòbila Padró – Can Tiana (Ripollet), Bòbila Madurell (Sant Quirze del Vallès), Can Gambús (Sabadell), Minas de Gavà (Gavà) y La Serreta Villafranca del Penedès); y podrán ser contemplados en una exposición que tendrá lugar del 18 al 30 de noviembre en la Residencia de Investigadores (CSIC-Generalitat de Catalunya) de Barcelona.