«Siempre que participo en una carrera es para ganar». Silvio Berlusconi confirma así los rumores de los últimos días sobre su vuelta a la primera línea de la política. Ha utilizado un símil deportivo ante las puertas del Milan A.C., el equipo de su propiedad. Antes de anunciar que concurrirá a la elecciones, el jueves hizo una última puesta en escena cuando los senadores de su partido, «Pueblo de la Libertad» -mayoritario en la cámara-, se ausentaron para no votar dos iniciativas del ejecutivo, que ha puesto entre las cuerdas al gobierno de Monti.
Ha anunciado que no le importa tener las encuestas en contra. Los últimos sondeos le dan un 15% de los votos, frente al 35% del líder socialista, Pier Luigi Bersani. «Vuelvo con desesperación a interesarme por la cosa pública y lo hago, una vez más, por sentido de la responsabilidad». Nadie se explica porque quiere ser candidato, cuando tiene las encuestas en contra. Sus críticos lo atribuyen a una maniobra a la desesperada, con una condena pendiente de cuatro años por fraude fiscal y varias de sus empresas en números rojos.
El anuncio de Berlusconi coincide con las reuniones que mantiene el presidente de la República, Giorgio Napolitano, con los líderes políticos para acordar una «hoja de ruta» que permita acabar la legislatura y evite el adelanto de las elecciones. Algo que parece difícil tras el anuncio de Monti. El primer ministro se ha reunido esta tarde con el presidente y le ha comunicado su intención «irrevocable» de dimitir cuando apruebe los presupuestos. Tras más de dos horas de reunión , la presidencia de la República ha comunicado en una nota que Monti considera que no es posible proseguir con su mandato «después de la declaración en el Parlamento del Secretario General del Pueblo de la Libertad (PDL), Angelino Alfano, que constituye en si una categórica retirada de la confianza en el Gobierno y en su línea de acción». Alfano dijo ayer que «consideramos concluida la experiencia de gobierno de Monti. Pero no queremos enviar al país al desguace». La respuesta de Monti no se ha hecho esperar y si se adelantan las elecciones Berlusconi tiene muy poco tiempo para remontar su baja popularidad.