«La crisis ha golpeado a Francia. Francia está enferma, eso no es bueno, pero tenemos que describir la situación tal como es», ha dicho el recién nombrado ministro de economía galo, Emmanuel Macron, en una entrevista radiofónica en Europe1. La enfermedad es según Macron el desempleo masivo, al que ha calificado de «ser una fiebre que ha durado varios años» sobre la economía del país.
Enfermedad o no, Francia, segunda económica de la zona euro, tiene un paro del 10% y ha sufrido un estancamiento de crecimiento económica de el último semestre. A ello hay que añadir que el déficit público es del 4,4% del PIB lo que supera el 3% aceptado por la Unión Europea. A la crisis económica se añade una crisis política, con una tasas de confianza en el presidente y el primer ministro, que marcan mínimos históricos en el país galo. Sólo el 13% de los franceses apoya a Hollande y el 30% a Valls.
El ministro de economía, un exbanquero de 36 años, ha dicho que «en nuestros dos primeros años de gobierno no fuimos lo suficientemente lejos, no hicimos reformas y estamos pagando, si se me permite decirlo, una década perdida». Poco después de asumir la cartera de economía, dijo «no gano ningún amigo en la izquierda cuando cuestiono la semana de 35 horas», una de las medidas sociales más defendidas históricamente por los socialistas franceses.
El ministro hace estas declaraciones un día después de que el gobierno de Manuel Valls superara este martes su segunda moción de confianza en cinco meses. En la cámara baja francesa, obtuvo un estrecho resultado de 269 a 244 votos (577 diputados). La división del Partido Socialista se hizo patente cuando 30 parlamentarios de ese grupo se abstuvieron. Una advertencia del ala más a la izquierda del PS, que puede poner en aprietos al gobierno en futuras leyes que deban pasar por la Asamblea.
En un discurso de 45 minutos, Valls arremetió contra los díscolos, señalando que «no habrá cambio de sentido, no hay campio en la dirección, no haremos zig-zag», y prometió que continuaría con su política de austeridad. «Gobernar es resistir... Gobernar es reformar, gobernar es decir la verdad», dijo el jefe del ejecutivo francés.
Un día después de superar la moción de confianza Manuel Valls se ha comprometido a rebajar el impuesto sobre la renta a seis millones de franceses el año próximo, con la supresión de la imposición a los ingresos entre 6.000 y 12.000 euros. Eso significará, según Valls, que «un millón» de contribuyentes dejarán de tener que pagar el impuesto sobre la renta por no alcanzar el mínimo, que se subirá hasta 12.000 euros.