TRÍPOLI, (IPS) - En los días previos a las históricas elecciones de este sábado en Libia, las calles de la capital del país han estado plagadas de carteles con imágenes de los candidatos.
En una cafetería instalada en el techo de una vivienda, cerca de la plaza de los Mártires, unas jóvenes registradas para los comicios comparten bebidas, tortas y opiniones políticas.
Jasmine Ahtash, una alumna de la facultad de medicina de 21 años, nos dice que ahora disfruta «de sus estudios», aunque sabe que es una profesión difícil para las mujeres en este país. «En Libia, te casas y tienes hijos. Es difícil para una madre trabajar y ocuparse de su familia», explica.
Su amiga Yusra el Jerbi, 26 años, ya abandonó los estudios universitarios, y ahora trabaja en una compañía farmacéutica privada. Reconoce que tiene suerte en este país con un alto desempleo.
«No aspiro a edificios altos o a otro Dubai», asegura. «Quiero un país limpio, con trabajo, buena educación y salud. Es una nación de nada y queremos mejorarlo, paso a paso», añade.
El nuevo Congreso General Nacional que se elegirá este sábado designará a un comité de 60 personas, que representaran por igual el oeste, este y sur del país, para redactar una nueva Constitución. También nombrará a un primer ministro para formar un gobierno.
Las siguientes elecciones, que se realizarán según la nueva ley fundamental, están previstas para dentro de un año y medio. Tras una demora, la http://www.hnec.ly/en/ Alta Comisión Nacional Electoral anunció el 17 de junio la lista de candidatos, la gente ha tenido muy poco tiempo para conocer a las 3.078 personas que compiten por 200 asientos.
En un país cuyos anteriores comicios fueron en 1965, genera emoción la complejidad de las elecciones, la cantidad misma de candidatos y de nuevos partidos, y lo que representan. En total son 2.501 candidatos independientes que compiten por 120 escaños. Los restantes 80 se los disputan 1.207 políticos de 130 partidos políticos. Siguen un estricto sistema de género, mujeres y hombres se alternan de forma consecutiva en cada repartición administrativa para garantizar la representación femenina.
Las mayores agrupaciones son el Partido de la Justicia y la Construcción, vinculado a la Hermandad Musulmana, el Partido de la Nación (Al Watan), donde está Hakim Belhaj, quien acusa al gobierno británico de entregarlo al régimen de Muammar Gaddafi, y el Frente Nacional, cuyos miembros pertenecen a la oposición que estuvo largo tiempo exiliada. También está la Alianza Nacional de Fuerzas, una coalición encabezada por Mahmud Jibril, ex primer ministro del Consejo Nacional de Transición, que presidió el país tras la caída de Gaddafi.
El voto en el extranjero comenzó a realizarse el miércoles 3 y se extenderá hasta este sábado en Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Alemania, Jordania y Dubai, uno de los Emiratos Árabes Unidos.
«Me hice activista durante la revolución egipcia, y comencé a abogar por un día de la ira en Libia», declara Zahra Langhiz, que ha estado casi toda su vida exiliada en El Cairo. También es cofundadora de la organización «http://lwpp.org/» Plataforma de Mujeres por la
Paz. «Queremos un sistema democrático inclusivo que fomente la equidad de clase, género y étnica», apunta.
Con una personalidad atractiva, Langhiz produce una serie para televisión de viajes llamada «Libia habla», y se aventura en localidades, como Sabha, Derna y Bani Walid, y también en la capital, Misurata y Bengasi, para discutir distintos puntos de vista.
Langhiz elogia las leyes de familias de Libia como de lo mejor de Oriente Medio , pero le preocupa que un nuevo gobierno conservador pueda imponer restricciones. «El comité constitucional será elegido por el Congreso General Nacional, pero no se menciona su representación de género. Aun si el Congreso tiene una representación por cuotas, es posible que en el comité haya una sola mujer», observa. «Ese es el verdadero desafío, y se lo advertimos. El problema es que derrocamos a la dictadura, pero ahora podemos llegar a tener otra elegida, y eso no está bien», añade.
Además, el rebrote de conflictos es muy real en varias zonas del oeste, este y sur del país. En caso de registrase hechos de violencia durante las elecciones, la participación femenina quedaría excluida y las comunidades marginadas privadas de su derecho al voto. «Es el mayor problema de las elecciones», indica Hanan Salah, de Human Rights Watch. «No hay un plan B. Si un local de votación cierra de forma prematura por violencia o cualquier otra razón, no hay medidas para imprevistos», añadie.
La actividad en la oficina de Ala'a Mahmud Elganbur, coordinador de la organización juvenil H2O, es intensa. Han trabajado durante meses para generar conciencia electoral capacitando observadores en todo el país. «El empleo y la educación siguen siendo problemas a resolver. A gran escala es urgente tener seguridad, alerta Elganbur. Como Trípoli canceló las elecciones de concejos locales, a diferencia de Misurata, Bengasi y Zwara, él cree que los habilitados para votar en la capital están en una curva de aprendizaje.
En un café de Trípoli, encontramos al jugador de básquetbol Abdullah Moktar Shalabi, de 20 años, que sueña con jugar en un club del extranjero, pero por las dudas de que no suceda, estudia literatura inglesa. El deporte estaba mal visto por el régimen de Gadafi, que llegó a prohibirlo. Abdullah nos dice «Sabemos algo de las elecciones, pero no conocemos a la gente y otras cosas. Tenemos que hacer los deberes. Somos nuevos en esto, es la primera vez».