En 2005 Holanda fue el primer país que puso el freno de mano a la Constitución Europea y que abortó la constitución de una carta magna federal. 7 años más tarde el euroescepticismo no es político sino también económico. La campaña ha puesto de manifiesto el miedo de los holandeses a perder sus privilegios nacionales en medio de una Europa en crisis y, una vez más los extremistas han vuelto a levantar sus voces antieuropeístas. El líder de la extrema derecha, Geert Wilders, ya no habla del islamismo como el gran problema de su país, sino de Grecia o de Bruselas. «Ni un euro más a Grecia», «Pongamos fin a los dictados de Bruselas» son ahora los lemas de su campaña. Los
liberales de Mark Rutte, un partido proeuropeísta, también hablan de que la UE «no cueste dinero a nuestro país», aunque reconoce que Holanda «no puede pasar de la UE, su economía depende de ese mercado», reconoce el primer ministro en funciones. Y lo sabe bien, el 75 por ciento de sus exportaciones van a los 27 países miembros.
Un delegado sindical de la empresa NedCar, una de las fabricantes de vehículos más importantes del país en manos de la japonesa Mitsubishi, que ya ha anunciado que paraliza su producción, explicaba a France Press que «Europa no es lo más importante, para los trabajadores son prioritarios la salud o la seguridad en el empleo». A los ciudadanos de la quinta economía europea, les preocupa el paro y la situación económica de su país. Lejos de los altos índices de paro de Grecia o España, Holanda tiene un 6 por ciento de desempleados, aunque la crisis también les ha golpeado. El gobierno ha recortado unos 30.000 millones de euros en los útlimos años.
En las últimas encuestas el 43 por ciento de los votantes no sabía qué haría hoy con su papeleta de voto. Ante esta situación los partidos políticos han intensificado los debates electorales y su presencia en la calle. El laborista Diederik Samson, podría ganar tres o cuatro escaños más que los liberales del actual primer ministro, Mark Rutte. Impulsor de la criticada ley para combatir el «turismo del cannabis» Rutte está dispuesto a revisar los pros y contras de su propuesta. Las intenciones de voto también están muy divididas y las diferencias entre liberales y laboristas auguran una legislatura difícil donde podrían jugar un papel clave algunos de la docena de pequeños partidos que se presentan a las elecciones.