Reino Unido ha abierto hoy la precampaña electoral. Gordon Brown ha citado a 45 millones de británicos para que voten el próximo 6 de mayo en elecciones legislativas y locales. La política británica se pone al rojo vivo. Las encuestas demuestran que no hay un favorito para ocupar el 10 de Downing Street.
El diario The Guardian recoge hoy los principales sondeos. Todos dan la victoria al conservador David Cameron, pero con unos porcentajes que no le aseguran el triunfo, con el complicado sistema electoral británico.
El primer ministro, Gordon Brown, ha dicho que su campaña se basará en la recuperación económica y en mantener las prestaciones sociales a la vez que se reduce el déficit público. «La gente ha luchado muy duro para que Gran Bretaña comience su camino a la recuperación como para permitir que cualquiera nos devuelva a la recesión». Los laboristas además quieren pasar página a los escándalos surgidos por los abusivos gastos de los parlamentarios.
El conservador David Cameron confía en poner fin a 13 años de gobiernos laboristas. Con 43 años aspira a convertirse en el primer ministro más joven del Reino Unido en 200 años. Y explota esa imagen de juventud a favor del cambio político. «Vamos a luchar en estas elecciones por los grandes ignorados, jóvenes, mayores, ricos, pobres, negros, blancos, gays o heterosexuales.»
Pero esta vez hay un tercero en discordia con posibilidades. El liberal-demócrata Nick Clegg asoma como quien puede dar el gobierno de Londres a uno u otro lado. Su mensaje hasta ahora ha ido contra Brown, a quien acusa de los mayores errores que se han cometido en la política británica en toda la etapa laborista: la crisis financiera, la invasión de Iraq y la corrupción.
En Bruselas se va a seguir esta campaña electoral con especial atención. Los siempre peculiares británicos mantienen las distancias con Europa, pero unos más que otros. Los laboristas han sido fieles al espíritu comunitario aunque han conseguido arrancar las excepciones que han querido y han sabido defender los intereses de la City. Los conservadores, sin embargo, han sido beligerantes para defender la soberanía británica por encima de cualquier intento europeo de sobrepasar los límites de la legislación nacional. Cameron se opuso decididamente al Tratado de Lisboa y llegó a prometer que lo sometería a referéndum si llegaba al gobierno. La entrada en vigor del Tratado, ya aprobado por los 27, apagó el ruido. De momento, la política nacional manda. euroXpress