Los resultados podrían hacer difícil la gobernabilidad. El centroizquierda es el favorito, aunque sus mayores rivales, Grillo y Berlusconi, le siguen de cerca. Ninguno de los dos podrá gobernar, pero sí pueden hacer que Italia sea ingobernable porque a Bersani no le han puesto fácil conseguir una mayoría estable.
Unos comicios marcados por el estancamiento político que podría reavivar la deuda de la zona euro. El gobierno italiano ha presionado a los ciudadanos para que votaran, ante el temor de una alta abstención, ayudada por el mal tiempo. La ministra de interior, Anna Maria Cancellieri, ha publicado un video en la web del minsiterio en donde recuerda que «las elecciones son un momento fundamental para la democracia».
El líder de centro-izquierda, Pier Luigi Bersani, partía con una ventaja de cinco puntos, pero los analistas no se han puesto de acuerdo acerca de si será capaz de formar una mayoría estable que pueda sacar adelante las reformas económicas que Italia necesita para salir de la recesión. Bersani teme quedar a muy poca distancia del líder de centro-derecha, Silvio Berlusconi, el ex primer ministro, que ha prometido la devolución de impuestos y ha vuelto a protagonizar una ofensiva mediática.
Comediante convertido en político, Beppe Grillo podría ser el que atrajera a más voto indeciso. Las encuestas dicen que puede superar a Berlusconi y situarse en segundo lugar. En su último discurso en Roma, reunió a medio millón de personas ante los que lanzó diatribas contra los políticos corruptos y los banqueros.
Todo parece indicar que el Parlamento estará muy polarizado. Para los analistas, lo mejor sería una alianza de gobierno entre Bersani y Monti, aunque para eso sería necesario que el exprimer ministro ganara suficientes senadores. Pero Monti, profesor de economía y el preferido por los mercados, ha hecho una campaña mediocre y podría sufrir una debacle y no llegar al 8 por ciento de los votos, necesario para ganar escaños en el Senado en algunas regiones.
El principal peligro para Italia y la zona euro es que el gobierno que surja de las elecciones sea débil e incapaz de tomar medidas firmes, que podría confundir a los inversores y desatar una nueva crisis de deuda.
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