Investigadores de la Universidad de Lisboa han constatado que el verano del año pasado fue el más caluroso de los últimos 500 años en Europa. Una ola de calor que sólo en Rusia dejó 55.000 muertos y que, según predicen, se va a repetir con más frecuencia.
El estudio, publicado en la revista Science, en el que han participado científicos españoles, llega a la conclusión de que en esta última década se han registrado los veranos más extremos desde el año 1500. Hasta ahora se tomaba como ejemplo la ola de calor que vivió Europa occidental en 2003, pero la de 2010 en Europa oriental fue mucho peor, excepcional, más intensa en temperaturas y más amplia en extensión, según el estudio.
En Rusia, además de las miles de muertes asociadas al calor, hubo grandes incendios forestales y unas pérdidas económicas equivalentes al 1% del PIB del país. Como ejemplo, Moscú batió todos los récords en las escalas temporales, con máximos de 38,2 grados, cuando lo normal son 20 grados en julio y agosto. En general, la media de las temperaturas se disparó en diez grados en muchos puntos de Europa del Este.
Como referencia, se han tomado los datos de temperatura desde 1871, fecha desde la que se hacen observaciones diarias. Para hacer las comparaciones con los siglos pasados, los investigadores se han basado en documentación escrita y registros naturales, como los anillos de los árboles.
El estudio no vincula directamente estos fenómenos al cambio climático, pero los resultados, con una previsión de aumento de gases de efecto invernadero, indican que se incrementará en el futuro la frecuencia de lo que llama megaolas de calor, con probabilidades entre 5 y 10 veces más altas. Aun así, un suceso como el de 2010 no prevén que se repita hasta después de 2050.