En el documento titulado «Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la prospectiva de una autoridad pública de competencia universal», el Vaticano propone el establecimiento de un gobierno mundial capaz de coordinar acciones políticas consensuadas para estabilizar una economía en debacle por «un liberalismo sin reglas y sin supervisión». El documento hace un repaso económico y político de las causas de la crisis
Esa «autoridad mundial» sería una institución «super partes», por encima de toda visión parcial y de todo bien particular, destinado a la «realización del bien común». Los autores del documento se dan cuenta de que «este paso, dada la naturaleza herida de los seres humanos, no se realizará sin angustias ni sufrimientos».
La autoridad política mundial superaría las lógicas reduccionistas del Grupo de los Ocho (G-8) o el Grupo de los Veinte (G-20), a los que el texto define como «clubes de amigos».
La nueva gobernanza económica mundial que propone la Iglesia católica está a favor del impuesto a las transacciones financieras, y de la recapitalización de los bancos, incluso con capital público siempre que se dedique a «prácticas virtuosas».
En cuanto al «banco central mundial» sería una institución a modo de los bancos centrales nacionales pero a nivel global. Para ello se debería reformar el «sistema monetario internacional», junto con las instituciones. Desde la ONU al Fondo Monetario Internacional (FMI) que «ha perdido su capacidad de garantizar la estabilidad financiera global».
El documento no lleva la firma ni el aval del Papa, pero sigue las ideas que Benedicto XVI expuso en la ONU en 2008 y en su encíclica «Caritas in Veritate» en 2009.