El tomate es portada en Nature. Una investigación internacional en la que han participado más de 300 científicos de 13 países ha completado la secuenciación del genoma de ese vegetal que tanto éxito tiene en las ensaladas y en el gazpacho, y la de su pariente el tomate silvestre.
El ADN del tomate posee unos 35.000 genes a lo largo de unos 900 millones de pares de bases, entre las que los científicos han visto que presenta indicios de haber sufrido varias duplicaciones.
Según el profesor Antonio Granell, del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas Primo Yúfera de la Universidad de Valencia que ha dirigido la parte española del trabajo, las duplicaciones del genoma «son un mecanismo para generar nuevas características» y lo explica de una forma muy gráfica: «Si a partir de una tijera quieres crear una sierra, puedes alterar la tijera para que se parezca a una sierra, pero te quedarás sin la tijera; para evitar esta pérdida, lo que la naturaleza hace es duplicar la tijera y aplicar los cambios en una de las copias de forma que no pierdas la estructura original en caso de que dicho cambio no beneficie a la especie».
El origen del tomate que comemos se remonta a unas pequeñas bayas que sólo crecían en América del Sur, todavía tiene un pariente lejano que es el que se ha secuenciado y revelado que ambas especies se separaron hace 1,3 millones de años, aproximadamente.
Antonio Granell considera que el tomate es un cultivo «estratégico para nuestro país», y la secuencia de su genoma va a permitir mejorar su producción y cultivo. El investigador destaca la importancia de difundir este tipo de avances, «sobre todo cuando se trata de investigaciones públicas, de forma que se puedan devolver los beneficios a la sociedad cuanto antes».
La parte española de la investigación se centró en la secuenciación del cromosoma 9 y en la introducción de nuevas tecnologías de secuenciación.