Con mucho tacto el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ha avisado a Alemania de que su economía lleva demasiado tiempo dependiendo de las exportaciones y de que debería echar el freno y prestar más atención a la demanda interna para que su crecimiento sea sostenible.
Por su parte el vicepresidente económico de la Comisión, Olli Rehn, ha destacado que Alemania es «la locomotora de Europa» y que no critican los excelentes resultados de su política económica, en especial respecto a la competitividad exterior, solamente quieren «comprender mejor» la situación.
En septiembre el superávit de las exportaciones alemanas llegó a los 19.700 millones de euros, un 8 % por encima de la producción económica del año pasado, con un alza del 1,7 % de las exportaciones y una contracción del 1,9 % de las importaciones. Su superávit fue el mayor del mundo, superando incluso al de China.
La Unión Europea y Estados Unidos creen que Alemania depende en exceso de las exportaciones. «Un superávit alto no significa necesariamente que haya un deseq uilibrio» ha dicho Barroso, pero tanta dependencia puede dejar al país a expensas de un impacto global debido a que los compradores no podrían compensar la caída de la demanda.
También es una señal de que los alemanes están invirtiendo fuera de su país con la consecuencia de dejar a la economía alemana sin los ahorros de sus ciudadanos que, a su vez, están a expensas de cualquier acontecimiento exterior.
La situación es peculiar, mientras que la Comisión y la canciller Angela Merkel, hacen que los otros países de la zona euro realicen dolorosas reformas y ajustes para ser más competitivos y corregir sus déficits, Alemania se pasa de velocidad.
Barroso no ha podido evitar llamarle la atención y decir que podría hacer más para ayudar al reequilibrio de la economía general de la UE aumentando su demanda interna y sus inversiones, y abriendo el sector servicios.
Según las normas de gobernanza económica de la UE vigentes desde 2011, la Comisión Europea controla que los Estados miembros no desarrollen desequilibrios económicos que a la larga puedan convertirse en un peligro. Entre los indicadores que deben dar la señal de alarma están un déficit de cuenta corriente superior al 4 por ciento del PIB o un superávit continuado por encima del 6 %.
Hasta ahora los avisos eran para los países, entre ellos España, cuyo déficit era elevado. Si el desequilibrio persiste la Comisión podría imponer sanciones a Alemania.